- 107-
Ingl aterra. Austria, Bélg ica, Italia, Africa
y
América
4 00,000
niños, 6,ooo sacerdotes, muchos obispos, cente–
nares de iglesias
y
coll."gios; habiendo evangelizado sus
celoso misioneros
25,000
sal vaje~.
y
cruzado cien veces
la Patagonia
y
la Tierra del Fuego, donde acaba de mo–
rir a hogado un o de sus dignos Supe riores.
¿Anhelamos, en medio ele las angustias de nuestro pa–
triotismo, que el P erú se levante ele su postración? ¿Que–
remos que sus río se naveguen que sus desiertos se irri–
guen, que sus indios se civilicen, que alcance la ventura
á qu e el cielo pródigo le destina ra? Pues eduqu emos una
ge neración física
y
moralmente vigorosa; entreguemos
nuestros hij os á Jos J esuitas, ale ia nos, Sagrados Cora–
zones, Padres del E spíritu Santo
y
otras órd enes edu ca–
cionistas;
y
e ntonces ellos darán a l país, en época no le–
jana, sus mejores días
y
ceñirán ele preciosos lau reles la
frente pura de la P atria.
H agamos que la juventud se nutra co n
la
moral catÓ·
lica, palanca poderosa, mágico
y
misterioso resorte que
hace al hombre señor de sí mismo
y
seíí or del uni verso,
en vez de ser esclavo de sus pasiones
y
de sus vicios.
D ejemos que los hij os de Francisco de Sales eduqu en
alegremen te á los niños, enseñ:índoles á amar el trabajo
y
á ofrecerlo generosos al cielo, como oblación pura, co–
mo precioso incienso que sube de sus juveni les corazo–
nes hasta el trono del Eterno.
Empero, para con<>eguir estos bienes. estable
y
perma–
nentemente, es menester que todos los católicos. de un
ángulo
á
otro del Perú, se asocien de un a manera vigo–
rosa
y
firm t> para contener los inju-<tificables ataq ues, los
desmanes sin cuento de la tiranía liberal de nuestra épo–
ca, fruto de las teo rías
y
errores en moda en el siglo pa–
sado
y
principios del presente;
y
que hoy ve, si n6 con
horror, por lo menos con desdén la mayoría de la gente
seria y culta de Europa
y
América. Por eso vemos sur–
g ir en In<Yiaterra
289
casas mo násticas; en Francia do–
blarse el número de los religiosos; en Alemania trabaja r
sin descanso hasta resta blecerl os; en Estados Unidos mul–
tiplicarse como por encanto los conventos de Francisca–
nos, Domínicos, Agustinos
y
Jesuitas, corriendo á cargo
de ellos más de trei nta colegios protegidos por el Go–
biern o.