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- 106-

mortal Tomás de Aquino

y

tantos otros, contándose en–

tre ellos Francisco Solano, Martín de Porres

y

Rosa de

Lima, glorias inmarce ibles de la perla del Pacífico, flo–

res preciosas de la simpática, tradicional

y

heroica hija

del Rimac.

Para ser más tarde con los mercedarios, agustinos

y

jesuitas, los cooperadores del

de~cu

bri miento

y

civiliza–

ción ele la América, donde hicieron el mismo papel que

lo monjes en Europa, cultivando u bosques seculares,

irrigando sus valles

y

desiertos, haciendo puentes

y

ca–

minos, e tableciendo escuelas

y

colPgios; evangelizando

á los indios

y

á los salvajes con ternura

y

cariño; levan–

tando cómodos conventos, templos suntuosos, que son la

admiración del viajero ilustrado, modelos del arte

y

del

gusto que no hemos sabido conser"ar como merecieran.

Más tarde cuando el utilarismo

y

la codicia :empeora–

ban á porfía la condición de la pobreza

y

de la desgracia,

surge el admirable

y

justamente venerado Vicente de

Paú!, para establecer congregaciones de ambos sexos,

y

luego urgieron las Conferencias, que debían buscar afa–

nosas la orfandad y la miseria, recogiendo los primeros

alientos del niño a rrojado por in humana madre, y los úl–

timos la tidos del corazón del anciano

y

del enfermo, pre–

sa acaso de la fiebre, el cólera 6 la asquerosa lepra, pro–

digándoles solícita

y

cariñosa asistencia; llevando a l sexo

débil, á esos ángeles de la tierra, llamados Hermanas de

Caridad, hasta los campos ele batalla, donde desafían la

muerte por restañar las heridas de us hermanos cuales–

quiera que sean su nacionalidad

ó

su nombre.

En nuestros días, c.uando los errores del siglo anterior

paganizaban á la sociedad

y

relajaban la educación en la

familia, aparece el ejemplar

y

virtuoso D. Bosco para re–

coger á los niños que el descuido paterno, la desgracia

y

la indigencia dejaban sin educación, precaverlos del ocio,

la vaga ncia

y

el vicio;

y

poblar ele hombres ilustrados,

honorables

y

ele trabajo, el clero, la magistratura, el ejér–

cito, los talleres

y

los hogares de la sociedad.

En poco más de medio siglo la prodigio a semilla plan–

tada por el pastorcillo d e Castelnuovo en el fértil

y

fe–

cundo terreno regado con la sangre de Adventor

y

Oc–

tavio, se ha hecho un árbol g igan te de frondoso follaje,

bajo cuya benéfica sombra se han cobijado en Francia,