TERCER
FUNDA.MEl.UOCAPITULO V.
PROSIGUE EL INTENTO DEL PASADO.
San Bernardo dá otra razon que realza
y
confirma
la
dicha (1 ).
Todo i·uanto no es Dios puede ocupar nuestra alma ; pero no har–
tarla, hincharla
sí,
satisfacerla no, como el agua al hidrópico. Y
la razon de esto es, porque las riquezas, homas
y
deleites no son
manjar natural del nlma, con que ella quede satisfecha, por mas
que de esto coma, como no lo quedaría el hombre hambriento que
comiese 'tierra, cieno, aire
ó
Juego , querienJo satisfacer su ham–
bre. Vió san Uernardo en vision cinco hombres muy flacos, ansio–
sos por
com~r,
á
quien tuvo (cou razon) por locos. ;El primero,
que
á
dos carrillos mascaba
y
comía areua de Ja mar. El segundo
hebia el vapor
asqueros~
y negro humo que sal ia de un gran lago
Je piedra zufre. El tercero se tragaba las centellas que chispeaban
de uu horno ardiendo. El cuarto, abierta la boca sobre Ja cumbre
de un templo, se eugulha todo el aire,
y
porque no le faltase, lo
allegaba
y
traía
á
si con un ventallo. El quinto se mordía sus car–
nes, Je que pretendía sustentarse, haciendo mofa
y
bu ria de los
otros. Y compadeciéndose el santo de ellos, dice, que les preguntó
la causa Je ocupacion tan peregrina,
y
halló set· una grande
y
ra–
hiosa hambre la que todos cinco tenían; y que mirando sus rostros
macilentos se ncorJó de aq.uel Jicho del profeta Rey
(~):
«Mi cora–
zon se secó, porque me olvide de comer mi propio manjar.» Admi–
rabl e geroglífico de lo que ·en el mundo les pasa
á
los codiciosos,
carnales y airados, soberb ios
y
euvidiosos, que ptn· haber puesto su
apetito y gusto en las cosas Je la tierra sensuales y vanas, se pri–
van á sí de su gusto, y
á
su alma de su propio
y
legítimo ma11jar,
que es la virtuJ y justicia. Y asi solamente los que tienen hambre
(3) de ella serán dichosos
y
bienaventurados, porque esos se verán
(1) Der.
lira.
de diligendo Deo
c. 3.
in fine.-(':l)
Ps. 101. num. 5.-(3)
allh. 5. num 6.