DR LA LlBOSNA.
~G~
ojos
y
manos,
y
todos los miembros naturalmente se inclinan al re–
paro de ar¡uel dafío.
X
es doctrina cornun de los santos
y
doctores
• de la iglesia,
y
aun de los filósofos gentiles, que el que puede es–
torbar el dafio de su prójimo ,
y
no, lo hace, queda coudenado por
dafíador. iUuere el pobre de hambre (dice san Ambrosio); sino le
diste de comer pudie11Llo, tú le mataste: ahógase tu hermano, pue–
drs favorecerle, no lo haces, tú le ahogas; quémasc la casa de tu
vecino, puedes apagar el fuego, no lo apagas, tú se la r¡u emas. De
aquí s:ica san Agostiu ar¡11clla proposicion, c1oe tanto pondera santo
Tomás: Si dejas de corregir á t11 prójimo eres peor que él,
y
la ra–
zon es, por r¡uc el otro peca por ventura de ignorancia ó íla rp1eza,
y
tú pecas contra 13 caridad, r¡uc es la reina tic las virtlllles. Si topa–
res (dice Dios) ( 1) el buey de tu enemigo descaminado, caréalc
y
vuelve
á
su c:isa,
y
si vieres el jumento caído con la carga, ayúda–
sela á levantar. Si en aquella ley <le temor mandaba Dios esto, ¿qué
querrá que hagas tú
~n
la ley de amor, no co11 el huey
ó
jomento
<le tu enemigo, sino con el ánima ele tu hermano, c11rn vale sola
ella mas que todo el universo? Pomlera bien lo que va de ley á
ley, ele pueblo á pueblo, de un animal
á
una ü11irna,
y
del
dat'ío de aquel alma,
y
tlafio 1le esta. Si un ciego fuese
á
caer en
grande <l espeua<lero, ¿qué hombre le viera que 110 le avisüra del pe–
ligro
y
acudiera de presto
:í
darle la mano? El pecador es ciego,
y
está como en tini eblas, que el demonio le oscurece la luz Je la ra–
zon, no ve su llalio, su peligro , su mi se ria, ¿por qué no le avisas?
¿por qué 110 le socorres?¿ por q11e no le ayudas
á
salir del peligro?
Si vemos c¡ue se enciende fu ego en uua cas;:i tlcl barrio, todos acu–
dimos
á
apagarlo. ¿Por que? Porc¡ue uo se abrase la ci11datl. Si sa–
bemos que uuo está apestado, procuramos su remedio, porc¡ue no
se nos pegue
ú
nosotros el co11t:igio. ¿Pues cómo vi endo q1 1c el fue–
go del pecaJo,
y
el contagio Je la culpa está apoderado 1.lcl alma
de nuestro prójimo, no acudirnos co11 presteza
á
remediarlo? ¿No
tememos el peligro?
(:2)
¿No sabemos que por el pecado de uno
suele Dios casLig:ir pueblos
y
reinos enteros? Sía <luJa, que uo se
(1)
Ewt.l.
~3.
u.
fi.
- (2)
Jusuc
7.
11u111.
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el
Sl'•!·
el super.
hl
Aug. lom .fi .