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TRATADO QUINTO
to, aplicándole el óleo blando de la correccion
y
el cauterio de la
reprension cuando es menester. Grande caridad hace el mMico que
cura dé gracia á ·un frenético, que con la fuerza de· la calentura se
,
vuelve contra él,
y
le dice
y
hace mil agravios,
y
no se enoja con
él, antes pone toda su industria
y
escelencia para sanarle ,
y
si es
menester lo ata para
q.ueaproveche la cura,
y
no aprovechando lla–
ma
á
uno ó dos acompañados, para que no peligre el enfermo. Por
mucho mayor la hace el médico espiritual, que con caridad
y
pru–
dencia corrige á su prójimo,
á
quien la vehemente pasion lo tiene loco
y
como fuera de sí, aunque se enoje,
y
se vuelva contra el que le
corrige,
y
no aprovechando su aviso
y
co~reccion,
llama uno ó dos
amigos, que como médicos le ayuden á curarlo, para que no mue-
ra en su pecado, que es lo mismo que nos dice Cristo nuestro Se–
ñor en su Evangelio (1): Si tu hermano pecare contra tí ó contra
tú prójimo,
ó
contra Dios, que todo es uno, porque quien te toca
á
tí en el pelo de la ropa, lastima
á
Dios en las niñas de tus ojos;
y
quien ofende
á
Dios, que es tu padre, te ofende
á
tí;
y
si es en
tu presencia, mucho mas, porque te obliga al remedio. Y si agra–
·via
á
tu prójimo,
y
amigo, te agravia
á
ti,
porque el amor que
hace las cosas comunes , hace las injurias propias; de suerte, que
dice el Evangelio: De cualquier manera que pecare tu hermano,
sea contra t!, contra tu prójimo ó contra Dios, corrígele
á
solas
y
en secreto ,
y
si te oyere , habrás ganado tu hermano; sino dald
segundo aviso delante de uno ó dos testigos; si no los oyern, de–
nunciándolo
á
Ja iglesia,
y
si terco no la obedeciere, déjalo como
ü
bárbaro:
y
huye de él como del público pecador. Este precepto es
de derecho divino, como se ve en san Pablo,
y
en las palabras re–
feridas del testo Evangélico;
y
de derecho positivo, segun consta de
muchos cánones,
y
de ll erecho natural, como lo prneba san Pablo
con la composicion de los mi embros del cuerpo humano
(2),
que
por ley de naturaleza están obli gados
á
socorrerse,
y
ayudarse los
unos
á
los otros en la necesidad (5). Y san Agustín lo confirma con
la similitud de la espina, que lastima el pie ,
y
se lleva tras de sí los
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