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1

2-12

TllATAllO CIJART0

1

paciencia

s~

purifiquen, se perfeccionen, se libren

y

salven <lel fue–

go del purgatorio.

1'.2.

Si te afligen los dolores, ofrécclos

á

nuestro Señor Jesu–

cristo, que es va ron de dolores;

y

desde la planta del pie, hasta

la cabeza, no tiene sanidad ninguna , puesto en la dura cama de la

cruz, como malhechor, padecic111lo en todos los sentidos, miem–

bros

y

c@yuntmas de su sagrado cuerpo acerhísimos dolores; en la

cabeza, con las espiuas que la traspasaron; en el rostrn, con las

bofetadas eiue le dieron ; en la harba,

y

cabellos que le mesaron;

en

los brazos,

c1ue

le descoyuntaron;

en

las manos

y

pies que le

clavaron con recios,

y

duros clavos ;

<m

los 1rnrvios,

qué

sé estira–

ron con gran violencia; en las venas, qne le drjaron sin sangre;

en los mismos huesos, que se los desc11briero11

C©ll

los cmeles azo–

tes;

y

se los desencajaron, tirando de él con .cordeles para clavarlo

en la

cruz~

Todo lo cmil sufrió este Sefior_, porque

tií

carecieses

para siempre de dolores; sufre tú por él los que

te

acongojan aho–

ra,

que

poco durarán

(1 ).

¡

Oh

qué medicina esta (dice san Bernar–

do) para todos los males,

y

d.olores !

¿

Duélet.e la caheza? Considera

la de Cdsto at1·avesada con cmeles espinas, sin tener donde recli–

nar. ¿Apriétate la sed

~

y

ardol' de la calentura? Acuérdate de la

sed de Cristo,

y

de

su hiel,

y

vinagre.

¿

Allígete el desvelo,

y

lar–

ga noche? Piensa en In agonía,

y

oracion del huerto,

y

aquella

horrible noche de sus tormentos. ¿Atorméntate la cama de tantos

flias? Ponte delante

á

Cristo enclnvado en una crnz.

¿Dáull~

pena

las medicinas, las purgas, las sangrías?

Ten

presentes los azotes,

espinas~

y

clavos

<le

Cristo.

¿

fii{elancolizate

la

soledad, el desarn-

. p!!ro,

y

falta

de regalo,

y

aun

<le

lo necesario? Considera que

á

Cristo le desampararon sus conocidos, amigos

y

deudos,

y

que no

los dieron un bocado de pan, ni una gota tle agua desde que lo

prendieron, hasta que lo crucificaron. ¿Quién no ha de tener

pa–

ciencia con tal

i~jemplo?

.Bendito seas, bien mio, porque os <lig–

uásteis de ser espejo <le paciencia,

y

premio de los que con ella

patl ecen~

(f)

Ser. 47.

i11 c;111I.