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se encomendaban en sus desgracias
y
necesida–
des ; en sus momenlos de duba consultaban
á
sus oráculos
y
aun muchos de sus vicios
y
preo–
cupaciones eran hijos de su sislema religioso :
Jos crislianos, por el conlrario, veian en las di–
fercnles divinidades olras tantas representacio–
nes del espíritu del mal ; en las prácticas pia–
dosas de Jos paganos, actos inicuos de vergonzosa
idolatría;
y
en las preocupaciones
y
vicios, hor–
ribles pecados, escandalosas infracciones de la
pura moral evangélica. No era menor la oposi–
cion que existía en l::is costumbres : los gentiles
dominados por sus inslinlos carnales, solo pen·
saban en los goces materiales, distinguiendose
por su pasion por los espectáculos principalmente
por los juegos del circo, en que se embriaga–
ban de placer con el espectaculo de la sangre ;
el cristiano, por el contrario, entregado
á
la
meditacion de sublimes verdades,
y
dominado
por un sentimiento de amor
á
todos los hom–
bres
á
quienes consideraba como hermanos,
solo buscaba los goces del espíritu
y
huía de
todas las diversiones que exitaban las pasiones
y
corrompían el alma. El interes privado vino
á
aumentar esta oposicion: una considerable parle
del pueblo vivía del culto de los dioses; Jos co–
merciantes de incienso, los que vendían victimas
para los sacrificios, los fabricantes de utensilios
religiosos,
los Sacerdotes, augures, mágicos,
astrológos
y
tocios los que intervenían en las
ceremonias del pomposo culto pagano, veían con
aesden
á
los cristianos, por cuya religion los
templos de los ídolos ibnn quedando desiertos
y