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su pueblo, de la reforma del clero
y
atacó el
orgullo
y
el lujo en el seno mismo de Ja Córte.
Indi gnados los cortesanos, cuyos vicios repren–
día, le indispusieron con la emperatriz Eudóxia
que le desterró; pero habiendo sobrevenido un
fuerte temblor el dia en que el Santo debia par–
tir, fué consid erado este suceso como un aviso
celes te, y atemorizada la emperatriz, llamó al
Santo
y
lo restablecí ó en su patriarcado. Mas
tarde fu é nuevamente desterrado por haber
censurado los juegos supersticiosos que se ce–
lebraban delante d.e una est átua que se había
levantado en honor de Ja emperatriz, y despues
de muchos sufrimientos muri ó en el Ponto (407).
San
Jer óni1no-Este ilustre doctor, naci–
do en Dalmacia, despues de haber estudiado
en Roma , se retiró al desierto de Calcida que–
ri endo espi ar los estravíos de su juventud. Or–
denado presbítero en Anlioquía, pasó
á
Cons–
tantinopla en donde fué discípulo de San Grego–
rio Nazianzeno, bajo cuya direccion se dedicó al
estudio de Ja Santa Escritura. Despues de largos
viages se e5tableci ó en Betlehem;
y
en esta sole–
dad escribi ó sus grandes obras, entre las que es
muy célebre la traduecion que hizo de la Biblia,
llamada Ja Vulgata (383).
San
Agus tín-El que mas se di stinguió
por sus escritos contra los herejes fué el celébre
San Agustín. Dedicado desde su juventud al es–
tudio de las ciencias, en las que hizo rápidos
progresos, se convirtió al Cristianismo, á lo que
contribuyeron mucho las lágrimas de su madre
Santa Mónica;
y
fué bautizado por San Ambrosio