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del mundo se entregaban
á
la vida contempla–
tiva
dedicándose
á
la oracion, penitencia
y
al
trabajo. Desde un principio se distinguieron
dos clases de Monjes : los solilarios
ó
anacore–
tas
y
los cenobitas. Los
solitarios
vivian en cel–
das particulares
y
no estaban sujetos
á
ningun
gefe
ó
prelado ni formaban una comunidad. Los
cenobitas
vivían en comun, obedecian
á
un
abad
y
formaban una verdadera sociedad. Ais–
lados anacoretas 'en su soledad, no ejercieron
grande influencia; los cenobitas, por el con–
trario, reunidos en numerosas corporaciones,
desarrollaron grandes ideas, ejercieron mucha
influencia
y
prestaron importantes servicios
á
la
Iglesia
y
á
la humanidad.
Px•incipios
de la vida
1nonástica,
San Pablo p1. ..in:ier he1.'"n1itaño -
Du–
rante los tres primeros siglos fueron casi desco–
nocidos los Monjes en el Cristianismo. Parece lo
mas probable que Ja institucion monacal tuvo
orígen
á
mediados del siglo llI durante la cruel
persecucion del emperador Décio. Muchos cris–
tianos, huyendo de los suplicios, se retiraron
á
los desiertos, principalmente
á
la Tebaida en el
Egipto, en donde entregados
á
la vida peni–
teute
y
contemplativa se hicieron célebres. Co–
nociendo las ventajas de la soledad para servir
á
Dios continuaron en su retiro aun desp ues de
terminada Ja pc.rsecucion;
y
bien pronto un
gran número de fieles, atraídos por este ejem–
plo, abandonaron las poblaciones para entre–
garse en los- desiertos
á
la vida solitaria
y
con-
templativa.
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