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su doctrina, tan conforme
a
la sana razon, por
el cumplimiento de las profecías, por la vida ar-
,
reglada
y
vir ludes de los crist in nos, tan opues–
tas á la vida
y
cost~1mbres
pag8nas,
y
por los pro–
gresos de la Iglesia á pesnr de tantas persecucio–
nes;
4'·º
demues tran la monstruosidad del paga–
nismo, haciendo resnltar la inmoralidDd de sus
dioses
y
de su culto, los vicios de los paganos,
el absurdo de deificar á lo s tiranos mas sangui–
narios
y
probando qu e la idolatl'Ía era un culto
reciente. Finalmente, los apologistas se ocupan
de mnnifes tar la temeri<lnd con que se persigue
á
los cristianos, al mismo tiempo que se to–
lera tnntas religiones falsas
y
absurdas; hacen
ver que ni en los juicios contra los fieles se si–
guen las prescripciones de la
ley y
claman enér–
jicamente contra tantos abusos
é
injusticias.
CAPITULO XI.
CONSTITUCION DE LA IGLESIA DURANTE EL PRIMER PERIODO.
Culto -
Santidad -
Gerarquia.
Culto.-
Desde los primitivos tiempos de la
Iglesia los cristianos manifestaron sus creencias
y
tributaron á Dios sus homenages de una ma–
nera sensible. Las ceremonias
y
ritos de este
culto exterior, que en un principio fueron sen–
cillos, se revistieron mas tarde de un carácter
magestuoso
é
imponente que contribuyó eficaz-