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VIDA "
títulos espec iosos
y
brillantes se Rueden imaginar, menos
el de
Theótocos,
ó
lWadre d:eDi'os,
sobre el que era única–
.mente ·la cuéstion. Gonfesaba el m-a1l
1
vado .que María era
mad re del Santo de los santos,
y
que.era madre del Re.
dentor de los hombres; convenia en que habia recibido y
llevado al Verbo de Dios en sus castísirbas entrañas; pero
j amás quiso onfesar que la santísima Vírgen fuese aliso·
hitamente
y
sin restriccion Madre de· Dios'; éualidad que
~s el
principio
y
fundamento de todas las ótras. La lgle–
~ ~ a
que veía, que negar
á
María el augusta título de Ma ""
dr~
de
D~os,
era destruir todo el misterio dela
encarnacion,
.tomó la defensa de este punto esencial eón
tm.tala fu·er–
:za y ardor que ra inspiraba su zelo; y c
uantomas se
obstin3ba Nestorioenco_mbatir el tttulo .de Madre de Dios;
tanto mas se interesó élla en ¡nantenerle
y
defenderle. Se
juntó el célebre concilio de Efeso el año
,43
r.. En él Í¡ue
;eondénado
y
excomulgado, degradado el
heré~iarca
Nes–
torio, y anatematiza<dos todos sus errores. Declaróse co–
.mo uno de los principales artículos·de la fe,
y
como un
punto esencial de .religion, el creer que María era, en el
sentido mas natural, verdaderamente madre de
Dios.
No
quiso decir con esto el concilio que fuese nueva esta creen·
cia; pues, segun san ,Cirilo, toda la tradicion la autoriza:.
ba,
y
ya había mucho tiempo que Juliano apóstata se les
babia echado en cara
á
los cristianos :
Vos M ariam num–
quam cessatis vocare Dei genitricem.
Lo qµe quiso decir
fue , que esta creencia tan antigua como la Iglesia fuese
en adelante cqmo un símbolo de fe ;
y
así se decretó en
el concilio de Efeso, que el título de Madre de Dios fue–
se un término consagrado contra la heregía nestoriana, co–
mo el de consubstancial lo babia sido en el concilio Nice·
no contra 1a h,eregía arriana. "
·
No se puede imaginar con qué alegría, con qué aplau–
so fue recibido este juicio de la Iglesia universal, tan glo–
rioso
á
la santísima Vírgen; el caso es demasiado notable
para ser omitido aquí.
Llegado el dia en que se debia concluir
y
pronuncia r
el ju icio del concilio sobre la maternidad divina de María,
las c aHes
y
plazas se,llenáron de gente, corriéron en t ro–
pas á la puerta del famoso templo
dedicado ~
Dios baxo
la advocacion de la santísima Vírgen, en donde los pa-