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DE LA SANTÍSIMA VÍRGEN.

ca.

En este mismo sentido exclama el Profeta al salmo 3 r:

Surge, Domine, in requiem tuam, tu, et arca sanctifica–

tonis tuce.

Levantáos, Señor,

y

entrad en fin en . -la mo-.

rada de vuestra gloria, vos,

y

el arca en que habeis co–

menzado la nueva alianz,a,

y

la grande obra de nuestra

redencion.

El'

trono de Saloman de oro purísmo

y

de un

marfil resplandeciente, dice el mismo Padre, no es me–

nos figura de María santísima. En el seno de la santísima

Vírgen, mas precioso que el oro mas pu ro ,

y

mas puro

que el mas blanco marfil, se sentó el verdadero Saloman

corno en su trono cuando el Verbo divino se hizo carne.

Apenas hay figura en el antiguo Testamento que no

sea una pintura alegórica de la santísima Vírgen. Se lla–

·ma el árbol de la vida, que lleva el verdadero fruto de

la salud; la fuente de agua clara , que nace de la tierra

para regar toda su superficie;

y

el, arco iris, señal cierta de

nuestra paz

y

de nuestra reconciliacion con Dios; la es-

cala misteriosa que vió Jacob, por la cual se sube hasta

el ci elo. Llárnase tambien el tabei;náculo, Ja casa, el tem–

-plo de Dios' y el candelero de .oro macizo, adornado de

los siete dorres del Espíritu santo, como de siete meche·

ros que dan una luz hermosa

y

clara ; el altar santo, en

donde Jesu s , víctima inocente, se ofreció

á

su Padre por

la 'salud de los hombres; Ja rosa de un lustre vivo y bri–

llante, que jamás se aja

ni

baxa de color; la torre de Da;..

vid , de la cual estan pendientes mil escudos

y

todas las

armas de los mas valientes. Finalmente, la puerta del

cie–

lo, pues por élla vino el que ·solo puede abr.irnos

la

en–

trada

á él.

Estas son las figuras, baxo las cuales la sa–

grada Escritura nos hace,el retrato

de

la santfaima Vírgen.

Notan los santos

PP.

que el Cántico de los cánticos

no es otra cosa que una alegoría continuada de la madre

de Dios, á la cual se la ha aplicado con mucha

1

razon la

Iglesia, animada siempre del Espíritu santo. Todo lo

que

se dice de la Sabiduría en los libros de Salorqon

y

en el .

Eclesiástico hace el retrato de esta feliz criatura, como

lo reconoce la Iglesia:

El Señ'Or me' poseyó

des.de

el prin–

cipio de sus caminos.

Es decir, así como desde la eterni–

dad se propuso Dios obrar el misterio de la encarnacion

de su hijo; así tambien desde la eternidad fui yo escogi–

da para

ser

su

madre ;

y

así

co1no

el Verbo

encarnado

na_~