DE LA SANTÍSIMA
VÍRGEN.
/
§.
11.
/
El
retrato
que
el
Espíritu
santo
hizo
de la santísima V írgen.
La eleccion de Ja madre es tan antigua en D ios como la
encarn acion del hijo:
Ab ceterno ordinat a
sum,
et ex an–
tlquis,
la h ace· decir la Jglesia : Dios dispuso desde la eter ,.
nidad la p reeminencia que yo h abía de tene r sobre to-das
las puras criaturas ;
y
ensal zánd ome desde ent ónces á la
maternidad divina, qui so que no fue se inferior sino
á
Dios.
Antes que Dios sacara de la n ada toda s las cosas, mi re–
trato, por decirlo así., estaba ya acabado en las ide3s
y
decretos eter nos de Dios.
Aún
no babia sido c r iado el
mundo., ni nada de cuanto exis te en el mundo, y ya era
yo el objeto de las
compl,a.~encias
y
delicias del Al tísimo;
porque desde entonces me representaba y a á sus ojos con
aquel cúmulo de dones sobrenaturales
y
de virtudes, con
aquell a plenitud de g ra cias
y
de p r ivilegi os que han he–
cho siempre, h acen
y
har án mi carác ter:
Dominus pos-
_sedit me in ini tio ·viarum sua,r um.
"-.
Si
esta Seño ra
fué
tan privilegiada ep la eternidad
no lo h a sido ménos en el t iempo.
A
pénas sa le el munde>
de la nada, cuando se publican las mara villas
y
las in–
signes preroga tivas de la sa ntísima Vírgen. Apenas triun fa
.el demonio del prime r hombre, haciéndole
ca~r
d e
Ja
jus–
ticia or igina l en el pecad o , cuanc}o María
se
p resenta
en
~a m pa ña,
d igámoslo a sí , ,para reprimir
y
ahogar el gozo
mal igno
q ue
teni a t odo el infie r no por esta
infeliz
victo–
ria
( Gen .
3. ) :
lnimicitias
ponam ínt er
te.,
et mulierem..•
Ipsa
cont er et ,caput t uum.
Sábete , d ice el Señor hablando
con e l seductor, que pondré un a enemistad ir reconcil iable
entre
ti
y
una muger, la cual te romperá
la
cabeza , por
mas
esfuerzos que hagas pa ra ev ita.rlo .. Si has encontrado
en Eva, madre de los vivi entes ,
y
t odavfa vírgen, una
credu l idad
y
una fl aqueza que te h a ser vjdo para in fi cionar
á
todo el género humano con el pecado, halla rás en
JVJa–
r ía ,
Gl ad re del Mesías ,
sie mpre
vírgen, una fe c un d idad
que r epa ra rá
y
resa rcirá abundantemente es ta pérd ida . E n