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DOMINGO CUARTO

racion , pbrque,

i

qué es este puñado de dias que dura la

mas larga vida, comparado con aquella eterna duracion,

que debe ser la medida de la gloria futura? Ninguna ·por

lo que toca al número de las aflicciones que se pueden

padecer en esta vida: ninguna por lo tocante

á

la calidad

de estas aflicciones. El Apóstol no dice simplemente las

aflicciones de un estado, ó de una condicion particular; di–

ce las aflicciones del tiempo presente; las aflicciones que

nacen con nosotros,

ó

á

lo menos de que nosotros naciendo

traemos en nosotros mismos las causas

y

principios. El

cuerpo padece sus aflicciones, dolores, alreraciones de la

sangre, trastorno de los humores; ¡Buen Dios,

á

qué infi–

nidad de enfermedades no está sujeto el hombre durante la

vida! Enfermedades hereditarias, enfermedades crónicas,

accidentes incurables; predominacion de algun humor, flo–

xedad de nervios; no hay sentido que no esté sujeto

á

al–

gun trastorno

ó

descompostura. Lo que alimenta al cuerpo

le gasta y le consume: no ha

y

cosa, aun entrando el sue–

ño, que no le fatigue; hasta el descanso le daña muchas

veces. El espíritu padece sus aflicciones,

y

no

~on

las meno–

res, dudas, sospechas, temores, sustos, ansiedades, todo es

suplicio

para él,

y

tanto mas insoportable, cuanto sabe que

es sin remedio.

i

Qué no tiene que padecer uno con su ima–

ginacion? Ingeniosa en atormentarnos,

á

falta de motivos

reales,

i

qué

ho

nos hace padecer con sus fantasmas? Tiene

el secreto de atormentar con solas las imágenes de las co–

sas. Se puede decir, que la imaginaciones el tirano de to–

dos los hombres; no hay ninguno que no sea su esclavo,

ninguno que no la deba la mayor parte de sus inquietu–

des

y

de sus pesares. Finalmente, las aflicciones del tiem–

po presente son universales. El corazon siente vivamen–

te todas las del cuerpo

y

del espíritu,

y

tiene ademas las

suyas particulares; las que son tanto mas amargas, cuan·

to apagan toda la vislumbre de consuelo y de gozo. Las

aflicciones, durante la vida, son frutos de todas las es–

taciones y de todos los terrenos. Los mas bellos dias son

obscurecidos por no pocas nieblas.

i

Y qué edad , qué es–

tado, qué condicion goza de una larga calma? Los gran–

des viven en el esplendor,

y

en la abundancia;

i

pero sus

dias son acaso mas

serenos~

Sujetos á las mismas enferme–

dades que el mas vil de sus súbditos,

iSU

corazon

es me-