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DOMINGO CUARTO
inteligencia con nuestras pasiones no cesa de turbar nues–
tra quietud, poniendo
á
riesgo nuestra salvacion. T oma
hoy la resolucion de no an :lar en contemplaciones con
él, de hacerle la guerra sjn dexarle descansar, hasta que
por fin logres vencerle. El se insinúa en todo , no te las
ahorres en nada con
él':
se alimenta de nuestras conve–
niencias
Y'
comodidades ; cercena todo lo que no es abso–
lutamente necesario ; sola la mortificacion le enflaquece:
determina hoy las que has de hacer. La mortificacion de
los sentidos es el verdugo del amor propio. Prívate de to–
das aquellas satisfacciones que solo conducen
á
hacerle mas
fiel. Aunque es enemigo de la devocion, muchas vece se
haJla bien con los que hacen profesion de devotos. Hazle
una guerra eterna
é
implacable.
DOMINGO QUINTO
DESPUES DE PENTECOSTES.
Como el asunto del evangelio del dia es quien da el nom–
bre al oficio de la mi a de los domingos despues de Pen–
tecostes, antiguamente se llamaba este domingo quinto
el domingo de la pesca, porque en " se leía la hi to–
ria que refiere el evangelio de la prodigíosa pesca que hi–
zo san Pedro en virtud de la palabra de Jesucri to,
y
que hace despues de muchos siglos el asunto del evange–
lio del domingo cuarto. El día de hoy se llama el do–
mingo de la perfeccion de la ley de Jesucri to sobre la
antigua que se dió
á
los judíos por el ministerio de Moy–
ses; por cuanto el evangelio que la Iglesia ha nxado
á
este dia, dice que la mas eminente perfeccion de la ley
antigua no les basta para la salvacion á los fieles: que
Dios les pide una justicia mas abundante, una fe mas pu–
ra, una devocion mas espiritual, una caridad mas gene–
rosa
y
mas universal,
y
finalmente una santidad ma per–
fecta que
la
que peJia á los judío . La epí tola hace alu–
sion tambien á esta obligacion; pues es un compendio el