![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0036.jpg)
DOMINGO
CUARTO
de una santa admiracion á vista de. un tan gran peligro;
al modo que el Centurion no se creia digno de recibir eu
su casa á Jesucristo:
Non sum dignus ut intres sub ;tectum
meum.
Estos humildes sentimientos siempre son agrada–
bles
á
Dios. Ninguna cosa nos hace menos indignos de
es–
tar con Jesucristo, que el conocimiento que tenemos,
y
la sincera confesion que hacemos de no ser dignos: en es–
ta disposicion debemos estar cuando recibimos
á
Jesucris–
to en la comunion. Ninguna cosa gana tanto el corazon
de Dios, como una. humildad pura
y
sincera. Esta virtud
no está separada jamas de las otras virtudes, especialmen–
te de la verdadera contricion. Santiago
y
San Juan,
y
to–
dos cuantos estaban con Simon Pedro no quedaron me–
nos atónitos del prodigio que habían visto: su pasmo llegó
á ser una especie de terror lleno de respeto, como el que
ordinariamente causa la vista de una cosa maravillosa
y
no
esperada; pero el Salvador los serenó
y
sosegó,
y
dirigién- ·
dose
á
Pedro, le dixo: No temas, sabe que te he elegido
para otra especie de pesca: en adelante no te emplearás en
coger peces, sino hombres:
Ex hoc jam homines erit capiens.
La pesca material
y
sensible que hizo aquí san Pedro, fue
como un símbolo ó figura del ministerio apostólico
y
es–
piritual á que el Hijo de Dios le elevaba por su eleccion;
así como en los sacramentos se sirve Jesucristo de signos
sensibles para significar la gracia espíritual que obran.
Acompañó la gracia
á
esta divina vocacion,
y
desde este
momento no dexaron jamás
á
su buen maestro san Pe–
dro, san Andres, Santiago
y
san Juan; antes sí lo dexa–
ron todo por seguirle,
relictis ómnibus, secuti sunt eum.
Has–
ta este tiempo, aunque los apóstoles habian abrazado la
doctrina de Jesucristo,
y
se habían declarado por sus
dis–
cípulos, todavía no habían renunciado todo lo que poseían
pues tenían aún su casa, su barca, sus redes,
y
hacían su
tráfico ordinario. En esta tercera
y
última vocacion fue
cuando lo dexaron todo para seguir inseparable
y
única–
mente
á
Jesucristo.
La oracion de la misa es la siguiente.
Da
nobis,
qutesumus,
Domine,
C oncédenos, Señor, que el cur–
ut
et
mundi
cursu.r pacifice no-
so del mundo que está sujeto
á
las
bis t uo ordine dirigatur : et
órdenes de
tu
providencia, se go-