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DESPUES' DE PENTECOSTES.
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et anima una.
Tal
es
la union que debe reynar entre los
verdaderos fieles. El vínculo de la paz es
el
espíritu
de
Dios; el cual debe animar á todos los cristianos.
Estern~
animados de este espíritu,
y
no
habrá
jamás entre nos–
otros division, ni discordias, ni ple
y
tos, ni quejas, ni aun
resentimientos. El amor propio, la codicia, el espíritu del
mnndo, la ambicion son la madre de todos los cismas.
El
espíritu de Dios es el alma
y
el lazo de
la
paz. Sed un
cuerpo
y
un espíritu, así como sois Jiamados
á
una mis–
ma esperanza en consecuencia de vuestra vocacion:
Unum
corpus, et unus spiritus, sicut vocati estis in una spe vo–
cationis vestrtT?.
Tres grandes motivos para aquella indiso–
luble é inalterable union , que debe reynar entre todos
los cristianos: todos éllos no componen sino un solo cuer–
po,
cuya cabeza es Jesucristo,
y
así deben ser animados,
instruidos , ilustrados por el mismo Espíritu santo, que
Dios ha derramado sobre toda la Iglesia , y por consi–
guiente sobre todos los fieles. Todos éllos son llamados
á
la posesion de los mismos bienes : todos son coherederos
de Jesucristo,
y
herederos del mismo Dios; todos vivimos
con la misma esperanza de la vida e.terna; todos somos ·
criados de
un
mismo amo , y somos de la misma familia;
todos comemos en
la
misma mesa,
1Y'
de
unos mismos man–
jares; ¡qué lazos mas estrechos , mas sagrados , mas in–
disolubles que estos! Solo el demonio puede turbar esta
paz:
Unus Dominus, una fides
,
unum baptisma:
Solo
hay
un
Señor , una fe, un bautismo. Tales son los empeños,
tales los motivos de aquella santa
é
indisoluble union, que
debe reynar entre nosotros. Solo
t~nemos
un
soberano
dueño, de quien somos criados,
y
este dueño es Jeucris–
to : no tenemos sino una misma fe , por lo que mira á los
objetos que nos propone para que los creamos: todos pro–
fesamos una misma religion , la cual es_una
é
indivisible;
el objeto de la fe en todos es el mismo, la doctrina es la
misma, el mismo moral,
el
mismo evangelio. Todos hemos
sido reengendrados por
la
aguas del bautismo , el cual
es respecto
de
nosotros como el seno
de
una misma ma–
dre, pues por el bautismo renacemos todos en Jesucri to,
y
por lo mismo somos hechos todos hijos
de
un mismo
padre; en atencion
á
esto decimos todos: Padre nuestro,
que estás en los
cielos.
Unus
Deus, et P.ater omnium, t¡ui
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