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DESPUES DE PENTECOSTES.

259

te re <>oiucion.

1.

No hablar jamás de ti mismo ni bien

ni

mal. (

Eccl.

19.):

Est qui nequiter humiliat se.

2.

Al aba

siemµre

á

todo el mundo, ó no .hables_ palabra, ó habla

siempre bien de aquellos de quienes hablas. 3. Sé afable

con codos, sean inferiores ó sean iguales. 4. Sobre todo,

mira con respeto

á

todos los pobres. 5. No tutees, ni ha–

bles de impersonal á nadie: nada huele mas

·á

soberbia

y

á

rusticidad. 6. Finalmente, modera siempre el tono de

tu voz: un tono demasiado levantado indica siempre una

hinchazon de corazon que choca

y

enfada.

DOMINGO DIEZ Y

SIETE

DESPUES

DE

PENTECOSTES.

· ·Ha

mucho tiempo que este domingo se llama el do-–

mingo del

amor de Dios,

por razon del asunto del evan–

gelio que se elegió en la Iglesia para la misa del dia. La

epístola se tom.ó de la carca que san Pablo escribió

á

los

efesios, la cual es una exhortacion viva

y

tierna á la man- ·

sedumbre,

á

la paciencia ,

á

la paz, á la humildad,

á

la caridad que se necesita para soportarse los únos

á

los

ótros,

á

la union que debe formar la unidad de espíritu

en los que son miembros de un solo cuerpo,

y

no tienen

sino

un

Señor, una fe, un bautismo,

y

un Dios que re–

side en todos por su espíritu,

y

que extiende su providen–

cia sobre todos. Todos cuantos fieles habia en aquellos

primeros dias de la Iglesia no eran sino un corazon

y

una

alma:

Cor

unum, et anima una:

á esta paz,

á

esta confor–

midad de sentimientos , á esta caridad múttJa , que es el

carácter distintivo de todos los cristianos, exhorta el santo

Apóstol

á

los fieles de Jesucristo.

El intr6ito de la misa es del salmo

118;

en el cual san

Agustín encuentra tantas instrucciones como palabras ;

y

san Ambrosio le llama el alfabeto de los cristianos , por–

que en él hallamos los elementos

y

los principios de cuan–

to debemos hacer ;

y

así como el alfabeto se les hace

aprender

á

los niños desde su infancia, así, dice san Hilario,

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