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256

DO~INGO

DIEZ Y SEIS

furioso empeño de perderse mútuamente

!

Poca pasiones

ha

y

que no deban á ésta lo que tienen de mas vivo , de

mas picante,

y

de mas amargo. ¿Por ventura no es la so–

berbia quien comunica

á

la ira toda su fiereza,

y

á los

zelos todo cuanto tienen de desconfiados

y

de malignos?

.t:a

soberbia es aquel viento que inflama el ódio,

y

cau–

sa tan funestos incendios.

A

la soberbia la debe la codi–

cia todas cuantas inquietudes produce: ¿y de

qué

otro

manantial nacen la mayor parte de nuestras turbaciones,

de nuestras pesadumbres,

y

de nuestras

murmuraciones~

La

soberbia es propiamente el tirano del

espír~tu

y

del

corazon humano. ¿Cuándo estuvo tranquilo un genio or–

gulloso? ¿qué calma,

qué

dia sereno vió jamás una alma

soberbia? Esta pasion no se halla bien sino en la·s alturas;

es decir, en la region de los vientos. ¡Buen Dios, qué dig–

no de lástima es un hombre soberbio! Dios se complace

en confundir

á

los soberbios,

y

en hacerles infelices.

PUNTO

SEGUNDO.

Considera que así como la humildad siempre es ama–

ble, así nada es mas odioso que la soberbia. Con todo,

por mas odiosa é irracional , por mas perniciosa. que sea

esta pasion , ninguna es mas comun y mas universal ; no

solo reyna sobre el trono , sino que domina frecuente–

mente con imperio en las mas viles condiciones: penetra

hasta en los desiertos,

y

se insinúa

é

introduce hasta en

el lugar santo. La hipocresía no es su sola obra. ¡Qué de

motivos poco honestos que corrompen las mejores accio–

nes! ¡qué de vueltas no se dan de tiempo en tiempo so–

bre su propia

virtud~

¡qué de secretas complacencias en

su propio mérito! Es una pasion artificiosa • que por to–

dos medios procura familiarizarse insensiblemente hasta

con la devocion. La soberbia mas sutil

y

mas refinada

sabe ocultarse con la mayor habilidad baxo los mas vie·

jos andrajos , por decirlo así : se contrahace

é

imita el

ayre

y

el tono de esta virtud: se vale ,

y

á.

veces se

alimenta de sus privilegios: nadie sabe hacer tantos pa–

peles como esta pasion.

Hay

pocas virtudes que no de–

ban desconfiar de élla;

y

sin embargo, de ninguna se des–

confia menos al parecer.

Ning1:m

soberbio cree que lo es: