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DO~INGO
DIEZ Y SEIS
furioso empeño de perderse mútuamente
!
Poca pasiones
ha
y
que no deban á ésta lo que tienen de mas vivo , de
mas picante,
y
de mas amargo. ¿Por ventura no es la so–
berbia quien comunica
á
la ira toda su fiereza,
y
á los
zelos todo cuanto tienen de desconfiados
y
de malignos?
.t:a
soberbia es aquel viento que inflama el ódio,
y
cau–
sa tan funestos incendios.
A
la soberbia la debe la codi–
cia todas cuantas inquietudes produce: ¿y de
qué
otro
manantial nacen la mayor parte de nuestras turbaciones,
de nuestras pesadumbres,
y
de nuestras
murmuraciones~
La
soberbia es propiamente el tirano del
espír~tu
y
del
corazon humano. ¿Cuándo estuvo tranquilo un genio or–
gulloso? ¿qué calma,
qué
dia sereno vió jamás una alma
soberbia? Esta pasion no se halla bien sino en la·s alturas;
es decir, en la region de los vientos. ¡Buen Dios, qué dig–
no de lástima es un hombre soberbio! Dios se complace
en confundir
á
los soberbios,
y
en hacerles infelices.
PUNTO
SEGUNDO.
Considera que así como la humildad siempre es ama–
ble, así nada es mas odioso que la soberbia. Con todo,
por mas odiosa é irracional , por mas perniciosa. que sea
esta pasion , ninguna es mas comun y mas universal ; no
solo reyna sobre el trono , sino que domina frecuente–
mente con imperio en las mas viles condiciones: penetra
hasta en los desiertos,
y
se insinúa
é
introduce hasta en
el lugar santo. La hipocresía no es su sola obra. ¡Qué de
motivos poco honestos que corrompen las mejores accio–
nes! ¡qué de vueltas no se dan de tiempo en tiempo so–
bre su propia
virtud~
¡qué de secretas complacencias en
su propio mérito! Es una pasion artificiosa • que por to–
dos medios procura familiarizarse insensiblemente hasta
con la devocion. La soberbia mas sutil
y
mas refinada
sabe ocultarse con la mayor habilidad baxo los mas vie·
jos andrajos , por decirlo así : se contrahace
é
imita el
ayre
y
el tono de esta virtud: se vale ,
y
á.
veces se
alimenta de sus privilegios: nadie sabe hacer tantos pa–
peles como esta pasion.
Hay
pocas virtudes que no de–
ban desconfiar de élla;
y
sin embargo, de ninguna se des–
confia menos al parecer.
Ning1:m
soberbio cree que lo es: