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DESPUES DE PENTECOSTES.

255

MEDIT ACION.

De la soberbia.

P U N T O P R I M E R O.

Considera que la soberbia es una opinion exceqiva que

tiene uno de sí mtsmo , de su propio mérito , de su pro–

pia excelencia: es un deseo ardiente

y

desarreg ado de

que todos los ótros tenian la misma opinion de no ot1 os.

La soberbia es ordinariamente el vicio de lo9 espíritus

apocados; de los horhbres de un talento muy limitado:

un mérito verdadero , un corazon grande es menos· ca–

paz

de envanecerse

y

engreírse. Un buen entendimiento

no se para en falsas brillanteces: su penetracion va

de–

masiado lejos para no descubrir lo flaco, ó por mejor de–

cir, la nada sobre que se fundan las mas bel las cualida–

des, y para no percibir las muchas sombras que

h a

y

en–

tre estas bellas cualidades. Sus defectos le dan mas gol-'

pe que sus virtudes. Un espíritu apocado, como no sale

jamás de su esfera, solo está lleno de sí mismo; y no ha–

llando nada sobresaliente en todo cuanto hacen los ótros,

solamente se admira de lo que él hace. Pero si la sober–

bia es indicio de un entendimiento muy reducido , no me–

nos es prueba del poco mérito del sugeto. Una alma gran–

de forma una idea demasiado justa de la perfeccion para

que ignore lo que hay de defectuoso en lo que hace la

admiracion del pueblo: una alma baxa

y

plebeya no se

embelesa sino con lo que éll a tiene de bueno,

si~

pen–

sar que todo lo bueno viene únicamente de Dios.

V

a?

qui

sapientes estis in oculis vestris

!

¡Ay

de los que sois sa–

bios

á

vuestros propios ojos! dice el Profeta. Cuando es–

ta

pasion rey oa en

un

co razon , bien presto hace nacer

en

él

todas las ótras. ¡Cuántas pasiones estarian , si no

apagadas, á lo menor; adormecidas, si la soberbia no

J.as

de. pertara

!

¡

cuáncas familias viviri an aún en una estre–

cha un1on , si la soberbia no hubiera encendido sorda–

mente el fuego de la 'discordia que consumió en p1eycos

el caudal mas lfo¡uido ,

y

' que inspira á las dos partes el