DOMINGO TRECE
va de lo que sucede todos los dias en el cristianismo. Cu–
raciones milagrosas hechas en muchos pecadores conver–
tidos, beneficios singulares, particulares favores que mu–
chas personas reciben de la misericordia del Señor ; pero
son pocas las que sean verdaderamente agradecidas;
y
por
e$ta negra ingratitud se hacen indignas de nuevos favores.
La oracion de la misa es la sigúiente.
Omnipotens sempiterne Deus,
da nobis fidei
,
spei
,
et chari–
tatis augmentum
;
et ut merea–
mur assequi qiwd promittis,fac
nos amare quod prcecipi.r: Per
Dominum...
Dios omnipotente
y
eterno , au–
menta en nosotros la
fe,
la esperan–
za y la caridad ; y para que poda·
mos conseguir lo que nos prometes,
haznos amar lo que mandas: Por
nuestro Señor.
La epístola es del cap.
3.
de la primera de san Pablo
á
/01
gálatas.
Fratres
:
Abrah¡e di ctce sunt
promissiones
,
et semini ejur.
N on dicit: et seminibus
,
qua–
si in multis
:
sed quasi in uno:
el semini tuo
,
qui ert Chris–
tus. Floc autem dico: Tertamen–
tum confirmatum d Deo
:
quce
port quadringentos et trigin–
ta annos Jacta est lex
,
non
irritum facit ad evacuandam
promissionem. Nam si ex Jege
hcereditar
,
j am non
ex pro–
missione. Abrahce
autem per
reprornissionem donabit Deus.
Quid igitur /ex? Propter trans–
gressiones posita ert, donec ve–
niret semen
,
cui promirserat,
orJinata per angelos
in
ma–
'flU
mediatoris. Mediator autem
unias non
est
:
Deus autem
unus est, Lex ergo adverrus
promissa D
i?
Absit. Si enim
data
esset
/ex, quce
posut
vivificare
'
vere ex lege es–
·set
justitia.
Sed
conclusit
Scriptura omnia sub peccato
1
Hermanos : A Abrahan fueron
anunciadas las promesas ,
y
á
su
descendencia. No dice :
y
á
sus
descendencias , como
á
muchos, si–
no como á uno: y á tu descendencia,
que es Cristo. Yo, pues, digo esto:
el Testamento confirmado por Dios
no se irrita por una ley que fue
dada cuatrocientos y treinta años
despues, de manera que se irrite la
promesa. Porque si la heredad vie–
ne de la ley , no viene de la pro–
mesa. Y á Abrahan le dió Dios
por medio de la promesa.
i
A qué
fin , pues, la ley? Por causa de las
transgresione11 fue establecida bas–
ta tanto que viniese la descenden–
cia ,
á
la cual fue hecha la pro–
mesa, y había sido ordenada por
ministerio de los ángeles en la mano
del mediador. El mediador , pues,
no es de uno solo:
y
Dios es uno.
i
Luego Ja ley será contra las rro–
mesas de Dios'? De ninguna mane–
ra. Porque si hubiese sido dada
una ley que pudiese vivificar, ciec-