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DESPUES DE PENTECOSTES.

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causó su curacion, les hizo olvidarse de aquel

á

quien la

debian; pues de diez que eran , solo uno volvió

á

dar las

gracias

á

su insigne bienhechor ,

y

aun éste era samarita–

no ,

y

por consiguiente ·reputado por gentil

y

extr angero;

los otros nueve, que eran judíos, no se acordaron mas de

volver á mostrar su agradecimiento á quien les ha bia he–

cho un tan gran beneficio. Volvió, pues, el samaritano, no

cesando de alabar en alta voz la bondad del Salvador,

y

de engrandecer su omnipotencia. Luego que llegó adon–

de estaba Jesus, se postró á sus pies con el rostro en tierra,

y

le <lió mil gracias por su curacion.

Jesus le recibió con su acostumbrada mansedumbre;

pero le hizo advertir que notaba la vuelta de él

y

la in–

gratitud de los 6tros, que no le estaban menos obligados

que él. Dixóle en alta voz: Dime, ino fueron diez los que

sanaron ?

i

pues dónde están los otros nueve ?

z

solo e,'lte

extrangero ha de ser agradecido,

y

dar

la

gloria

y

las gra–

cias á Dios por el beneficio recibido?

i

no debian los ótros

nueve hacer lo mismo? La sorpresa que manifiesta aquí el

Salvador, no es efecto de una verdadera admiracion, ni

de una especie de ignorancia; nada podia darle golpe

rii

pasmar á Jesus , quien conocia todo lo que babia de suce–

der aun antes que sucediese; solo quiso abrirnos los ojos

para que conociésemos lo ingratos que somos para con Dios.

Dichoso aquel, dice san Agustin, que á imitacion de este

samaritano se mira como extrangero respecto de Dios ,

y

le manifiesta el mas grande agradecimiento por

lm;

me–

nores beneficios, persuadido á que no hay cosa mas gra–

tuita,

y

que menos se deba hacer, que lo que se hace po r

un extrangero

y

por un desconocido. Intentaba tambien el

Salvador con estas palabras significar cuán diferente sería

respecto de sí la conducta de los gentiles de la que obser–

varía el pueblo judáico, el cual babia de pagar con la mas

negra ingratitud los insignes favores de que era colma o.

Surge, vade, quia fides tua te salvttm fecit :

Levántate, an–

da, que tu fe te ha salvado. Es cierto que los ótro habían

tenido fe, pues habian obedecido sin replicar,

y

habían

sido curados; pero el agradecimiento de é te le alcanzó

otros nuevos favores,

y

es verisímil que el Salvado r prq –

mete aquí á este samaritano alguna co a particular concer–

niente al bieQ de su alma

y.

á

su conversion: figura instructi·

Tom.

V._

N 3