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DESPUES DE PENTECOSTES.
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se tiene del pecado? Pero porque te ngarnos de él otra idea,
i
será por eso menor mal , será menos pecado?
Esas asambleas de placeres, esas concurrencias de pasa–
tiempos, de donde la inocencia está siempre desterrada:
esas diversiones de Carnaval, siempre tan criminales, esos
espectáculos, esas alegrías pr.ofanas, orígen fatal de tan–
tos desórdenes:
i
todo esto prueba que se le tiene un gran–
de horror al pecado? Y las mismas .personas que no viveq.
en tan grandes desórdenes,
i
viven siquiera en una mayor
inocencia~
Nos hemos llegado á familiarizar con el peca–
do ;
i
podrérnos acostumbrarnos así á la escena que se le
ha de seguir?
·
¡Ah
Señor, qué mal he conocido hasta ahora el peca–
do! ¡Pero cuánto le detesto! Aumentad mi dolor,
y
perdo-
nadme mis pecados,
·
'
PUNTO SEGUNDO.
Considera que hacernos mal en llamar males á aquello
que puede contribuir
á
nuestra felicidad ; á una alma fer–
vorosa todo la puede ser útil, excepto el pecado.
Las desgracias, las
perse~uciones
, las enfermedades,
la pobreza , la muerte misma , todo puede servir á ha.:.
cernos dichosos ; pues de todo esto nos podemos servir pa–
r a hacernos santos.
Pocos santos hay que no deba-o
á
las persecuciones,
á
la adversidad, al dolor,
á
.Ja afl'iccion,
á
lQ menos algun
grado de la elevacion en que están en el cielo.
i
Qué no
deben los má rtires á los tormentos ? Vuestros parientes,
vuestros amigos os perseguirán, decia el Salvador; pero
por eso no seréis mas infelices: toda la malicia, toda la
.rabia de los mas crueles tiranos no es _capaz de arrancaros
.un solo cabello de vuestra ·cabeza sin la permision ole mi
·Padre. Cuando una persona es gr.ata á Dios, cuando es es–
timada de Dios,
i
qué tiene que· temer? ¡Qué error mirar
el ódio del mundo como un mal, cuando el
~otivo
de abo–
rrecernos el mundo es porque amamos á Dios, porque ser–
vimos á Dios!
i
Qué favores, qué ventajas no ofreció el
mundo á san Vicente para
pervertirle~
Y si se negaba
á
· todas sus engañosas promesas, ¡qué de suplicios ,
y
qué
crueles todos! ·¡ Pero con qué valor despreció este Santo,