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DOMINGO TRECE

así las caricias como los tormentos del tirano!

Ah

tes bien

las caricias fueron para él el mas cruel tormento. Mas

quiso perder la vida, .que. p.erder la amistad de su Dios.'

i

Cuándo pensarémos nusotros así?

i

cuándo discurriré–

mos segun estos principios?

i

El pe{:ado pasa el dia de hoy,

se tie'ne por el mayor de todos los males?

i

le miran si.

quiera como un mal esas personas, que gustan

y

aun lle–

gan

á

hacer , ala-rde de cometerle? Llámase un mal una

petdida

de

hacienda, una afliccion , una persecucion, una

desgracia, siendo así que son unos manantiales de ben–

diciones en los designios de la Providencia.

i

Se mira el

pecado como un gran mal, cuando se mira como un me–

dio de hacer fortuna?

¡En qu.é ceguedad he vivido hasta aquí, Dios mio!

Perdonadme mis iniquidades ,

y

dignáos oir

mi

oracion

Haced , Señor , que antes padezca todos los tormentos

y

males de esta vida, que cometa un solo pecado.

J

A C U L A T O R 1 A S.

P

te

vobis

~

viri impii

,

qui dereliquisti legem Domini Dei!

t ·

Eccl.

4r.

¡Ay

de vosotros, hombres impíos, que habeis abandona–

do la ley

de

vuestro Dios!

Horrendum est incidere in

manus

Dei viventis.

Ad Heb.

10.

¡Qué cosa tan horrible el caer en las manos de Dios vivo,

y

ser el objeto de

su

furor!

!..

J

r

P R O P O S I T O S.

·•

I

Concibe un tan gran horror al pecado , que

estés

pronto

á

perder los bienes,

la

salud, la misma vida antes

-que perder la gracia. Serías muy. digno de cornpasion si

estuvieras en otra disposicion; pero por cuanto los mejo·

res sentimientos no sirven de nada sino se viene

á

la

práctica , siempre que te sucediere alguna cosa adversa,

ó

sucediere alguna

desgraci~

á algun ótro , ten la santa

Icostumbre de decirte

á

ti

mismo: no hay otro mal que

-el pecado: consolémonos, esta pérdida de hacienda,

ú

:.de salud, me puede ser provechosa: preservadme, Señor,

de todo pecado; no temo qtro mal que

el

pecado.