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ro

DOMINGO CATORCE

jecion

á

los deseos

y

apetitos de la carne. Esto, dice un

erúdito intérprete, es una exclamacion que el Apóstol pone

en la boca de un pecador agobiado del peso de sus ini–

quidades,

y

que conoce y confiesa que ni la ley natural,

ni la voz de la conciencia , ni la ley escrita son capaces

de librarle de éllas.

Si

el espíritu es quien os gobierna, aña–

de

el Apó ') tol, no estais ba xo la ley. Quiere decir, que

habiendo recibido por el bautismo la gracia y el Espí–

ritu santo que os gobierna; ya

no

estais sujetos

á

todas

esas ceremonias legales á que los falsos doctores os quie–

ren sujetar para hacer inútil , cuanto es de su parte ,

la

nueva alianza,

y

la ley de Jesucristo.

·

Manifesta sunt autem opetPa carnis , &c.

Os

he dicho,

C©ntinúa el Apóstol , que la carne tiene sus deseos , los

cuales son contra el espíritu;

y

que el espíritu tiene los

suyos, que son contrarios

á

los de la carne; únos

y

ótros

son fáciles de conocer con solo que se mire á sus obras:

i

y

qué cosa mas fácil de conocer que las obras de la

carne~

Fornicacion , impureza, inmundicia, luxuria,

vi–

<.:ios

abominables que matan al alma, abrutándola en cier–

to modo, manantial infeliz de tantos delitos , todos los

mas enormes, todos los mas horrendos, causa detestable

de la condenacion de tantas almas.

Del mi mo fondo nacen. el culto de los ídolos , los

encantos, los hechizos, las enemistades , las contestacio–

nes, las envidias, los ímpetus de ira,

la~

riñas,-:las disen–

siones, las sectas; esto es, un e píritu de partido que el

error, el cisma

y

la

heregía dan

á

luz ,

y

que el liber–

tinage lleva delante: espíritu de cabala en punto de doc–

trina, que obscureciendo hasta las luces de la razon, apa·

ga la fe, ahoga todo sentimiento de religion , é inspira

una obstinada rebelion contra la Iglesia. Todo espí.ritu

de

partido

y

de

cabala , en punto de doctrina, es obra de

la

carne. La envidias, los homicidios,- las embriagueces,

la

destemplaza en el comer, y'·otras cosas semejantes

á

éstas, nacen todas del _mismo principio: la carne es lama–

dre de todas las pasiones

y

de todos los delitos; así se

ve. que todos los

qu~

se entregan á

~1s

deseos , se pre–

.cipitao á horribles excesos. Desde el punto que domina

la

concupiscencia, todas las pasiones rey nan con impe–

rio :

ya no se contienen , sino

que

se

derraman

todas co-