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DOI'v1INGO

TRECE

un razonamiento, que no tiene réplica ,

y

con diversos

pasages de la Escritura, que ni la circuracision ni la ley de

Moyses sirvert ya de nada: que las bendiciones prometi–

das á Abrahan son para los fieles que creen en Jesucristo;.

que hablando en rigor, solo este divino Salvador y sus dis·

cípulos son Jos verdaderos hijos de Abrahan,

y

los he–

Tederos de las bendiciones

y

de las promesas ; que en la

Escritura se deben distinguir el sentido histórico

y

car–

nal,

y

el alegórico

y

espiritual , 'iue es el que el Espíritu

sanro ,se propuso principalmente; que los judíos carnales;

esto es; segun la carne , son figurados por Agai:

é

Ismael,

y los cristianos por Sara

é

lsaac; que por la

fe

hemos en·

trado nosotros en la dichosa libertad de hijos de Dios,

y

somos los herederos de las bendiciones y de las prome -

sas ; que los hebreos baxo la ley no fueron sino esclavos;

que segun la Escritura la esclava debe ser arrojada con su

hijo :·

Ejice ancillam, et filium ejus

;

porque el hijo de la

esclava no será heredero con el hijo de la libre:

Non

enim hcere.r erit fi!ius ancillce cum filio liberte.

Nosotros,

añade el Apóstol, no somos hijos de la esclava para es–

tar sujetos

á

las ordenanzas serviles

de

la antigua

ley:

somos hijos de la libre; esto es, de la ley

de

gracia:

esta dichosa libertad nos la ha dado Jesucristo; y vues–

tros falsos doctores la querian destruir si pudiesen, ó á lo

menos hacérnosla inútil.

Sus

depravadoc; designios

y

per·

secuciones estuvieron figurados en la Escritura,

y

vos–

otros los veis cumplidos, por vuestra desgracia, en lo

que

os

está sucediendo ; porque así como entonces el que ha–

bía nacido segun la -c<J,rne,

C$

á saber, Ismael, perseguía

-al que habia

na~ido

segun el espíritu, es decir , á Isaac;

lo mismo sucede ahora:

Ita, et nunc.

Sabed, pues, con–

tinúa el Apóstol, que la ley no fue dada á vuestros pa–

dres sino para ·detener sus transgresiones; y así rodos los

que vivian baxo .la

ley" ~staban

sujetos á la maldicion ful–

minada tantas veces, i:ontra los

que

no ob¡5ervan las cere–

monias legales. De esta maldicion nos libró Jesucristo

por la muerte de

cruz

,que se dignó padecer: Jesucristo,

les dice elApóstol, ,nos eximió y¡djbertó de la maldicion

de la

ley, -

h'abié

ndose h

echo por1qu{;fstro amor un obje–

to ,de maldicion ,

seg.u

n lo que

~stá

esqrito: Maldito el

hombre:;que

está .ola:va\10

en

una

'GfU2i.

Fioalmente, les ha·