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DESPUES

DE

PENTECOSTES

155

tiago , despues

á

todos los apóstoles. El evangelio no ha–

bla de esta aparicion; pero los padres, siguiendo

á

la an–

tigua tradicion, nos dicen que Santiago , llamado el Me–

nor, hijo de Cleofas

y

de María, primo del Salvador,

y

por esto apellidado hermano del Señor segun el

ti

uso de los

judíos: nos enseñan, digo, que este Apóstol, que fue el pri–

mer obispo de Jerusalen ,

y

á

quien llamaban tambien

el Justo, habia hecho propósito despues de la muerte de

su divino Maestro de no comer nada hasta verle resu–

citado; y que el Salvador por una especial bondad pa–

ra con este fervoroso Apóstol , se le apareció luego que

hubo resucitado

; ·y

habiéndole llenado de gozo con su

presencia, le <lió él mismo

el

pan que había bendecido,

diciéndole que comiera, pues veía ya á su Salvador re–

sucitado.

Finalmente, despues que

á

todos se me apareció

á

mf,

añade el Apóstol , que soy un aborto:

Novissirne autem

ornnium

tamquam abortivo

,

visus est et mihi.

La humildad

siempre fue el carácter comun

á

todos los santos. Los ma–

yores santos fueron siempre los mas humildes : cuanto

ma.s los distinguió el Señor con sus extraordinarios favores,

tanto mas baxos sentimientos tuvieron de sí mismos ; las

gracias

y

los favores mas excelentes descubren siempre la

profundidad de nuestra nada. Se llama san Pablo

á

sí mis–

mo un aborto , para significar en esto que no nació en

el cristianismo , y que no fue llamado al apostolado sino

despues de todos los 6tros, estando todavía enteramente

informe , como lo están de ordinario los niños qtre nacen

con trabajo , ó antes del término ; esto es , antes de haber

podido recibir el alimento y la forma conveniente. Los

otros apóstoles habian sido alimentad,os largo tiempo por

el

Salvador con sus divinas instrucciones: san Pablo

habia

sido llámado al apostolado estando todavía en bruto, por

decirlo así, y desfigurado por su ·adhesion excesiva al ju–

daísmo. A la verdad, el Señor babia suplido todo esto con

su gracia y sus-revelaciones , las que en un

instanH~

le

hicieron el doctor de las naciones,

y

una de las mas bri–

llantes lumbreras· de la Iglesia ; pero san Pablo , como

to–

dos los grandes santos, no mira ·en sí sino lo que

tenia

· · de su cosecha ,

y

lo que babia

e.n

él_ de inas defecruoso;

;reconociendo humildemente

que

todo cuanto babia 1;:n

el