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DOMINGO ONCE
poderoso para creer una verdad, aunque por otra parte no
la podemos comprender. La resurreccion de Je. ucri
to
era una verdad demasiado esencial en nuestra religion
pa–
ra no haber sido predicha
y
figurada en mucha
p rtes
de la Escritura. David, lsa1as, O éas,
y
en particular
el
profeta Jonás, nos lo anunciaron en mas de un lugar.
San Pablo no
se
contenta con e ta prueba sacada de la
prediccion : alega
á
ma de esto el testimonio de lo que
· vieron
á
J
esucri to resucitado; testimonio que no tiene ré–
plica: Os dixe, añade el Apostol, que el Salvador resuci–
tado e apareció
á
Ccfas,
y
despues
á
los once:
Quia vi–
sus
est
Cephte
et post hoc undecim.
El santo Ap6stol no
cuenta aquí todas las apariciones de Je ucristo hecha en
varios tiempos
y
lugares, ino solo las que juzga ma pro–
pias
y
para hacer impre ion en el e píritu de los fieles
de Corinto. Despues de habe1· referido san Lúcas la apa–
ricion del Salvador
á
los dos discípulos que iban al a
ti–
llo de Emaús, la vuelta de
é
tos
á
Jerusalen, dice, que ha–
biendo hallado estos dos discípulos á lo once
y
á
otros·
mucho , juntos todos en una sala, y habiéndoles contado
lo que les acababa de suceder, supieron de éll os que el
Señor babia resucitado verdaderamente,
y
que se habia
aparecido
á
Simon:
Surrexit Dominus
vere,
et apparwt
Simoni
(
Luc.
24.):
Tambien os dixe, continúa el santo
Apó tol, que se apareció despues
á
mas de quinieato her–
mano
á
un
mismp
tiempo , de los cuale muchos
viven
todavía,
y
algunos han muerto. Habla aquí an Pablo de
la aparicion del Salvador á todos sus discípulos en el mon–
te Olivete cuando se subió
á
los cielos. ¡Qué aube de
te tigos
y
de pruebas para establecer el solo milagro de
la resurreccion de
Je
ucristo
!
Despues de todo, dice aquí
un erudiro intérprete , no era necesario menos para con–
vencer al mundo de una verdad, que por una consecuen–
cia nece aria le obligaba
á
creer todo los misterios,
y
á
practicar toda las máxima del cristianismo. Añade San
Pablo, que muchos de los que e habían hallado pre entes
á
esta aparicion vivian alin; para que el que qui iese, pu–
diera a egurarse por éllos de la verdad de un hecho tan
importante.
Deinde
visus est Jacobo
,
deinde_ aposto!is omnibus:
Despues de e
to, continúa sao Pablo, se apareció
á
an-