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DESPUES DE PENTECOSTES.
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con mas horror á lo"s soberbios , se apiadó del humilde
publicano. Aceptó su arrepentimiento, oyó sus votos, de,;;;.
pachó favorablemente su súplica ,
y
le perdonó allí mis–
mo todos sus pecados ; reprobando al mismo tiempo al
orgulloso fariseo, el cual por su imprupente vanidad puso
el colmo , por decirlo así, á su iniquidad
y
á su malicia.
Al enrrar en el templo , quizá el publicano era mas gran
pecador que el fariseo ; pero al salir del templo, el pu–
blicano se encontró justificado, y el
fariseo~<;alió
mas cul–
pado; porque cualquiera que se ensalza, concluye el Sal–
vador, será humillado ,
y
cualquiera que se humilla, se–
rá ensalzado ;
Omnis qui se exaltnt
,
humiliabitur
:
et qui
se Jwmitiat, exaltabitur.
Así el pecado que sirve para
humillar al hombre, sirve tambien para sacarle de la hu–
millacion por la confu ion saludable que le inspira. Nin–
guna cosa debe humillar tanto al hombre como su orgu–
llo; solo baxándose hasta su nada, encuentra el hombre
el
fundamento de una verdadera grandeza ,
y
el secreto
de levantarse
y
ensalzarse. Por poco que se levante , se
le va la cabeza. La excesiva opinion que tiene uno de sí
mismo, de su pretendido mérito , de su propia excelen–
cia,
que es en lo que consiste el orgullo es uria prueba de
pequeñez de espíritu
y
de necedad. Tambien Dios gusta
confundir
á
las almas vanas,
y
levantar
y
ensalzar
á
los
que procuran baxarse:
Deus superbis
resistit,
hurnilibus
autem
dat gratiam.
La oracion de la misa de este dia es la siguiente.
Deus, qui omnipotentiam tuam
parcendo maxime et mi.rera11-
do manifr!tas; multiplica su–
per nos misericordiam
tuam,
ut ad ttta promissa currentes,
cadestium bonorum far:ias esse
con1ortes: Per
Dominum not-
1rum,..
O
Dios , que manifiestas tu infi–
nito poder , particularmente perdo–
nando y usando de misericord ia;
derrama sobre nosotros tus miseri–
cordias infinitas , para que suspi–
rando sin cesar por los bienes 14ue
nos prometiste , nos hagas partici–
pantes de éllos en el cielo : Por
nu.estro Señor ...
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