![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0152.jpg)
144
DOMINGO DÉCIMO
de haberlo sido de envidia, por las enfermedades, y mu–
chas veces tambien por las flaquezas de una vejez anti–
cipada si viven largo tiempo. ¡Cuántos de
esos
grandes
hombres se han visto volverse niños aun antes de ser decré–
pitos! Parece que Dios gusta convencernos por
esos
exem·
plos tan frecuentes de lo mal que hacemos en envane–
cernos de una ciencia que se apaga, que se desvanece por
la descomposicion de una fibra; y sin embargo, ved aquí
lo que hace
tan
fieros á esos grandes genios , que jamás
saben conocerse por tan pequeños como son. La envidia
de los talentos es la mas delicada , la mas ciega ,
y
qui–
zá la mas difícil de curar: ninguna cosa ensorberbece tan–
to; y sin embargo, nada debiera humillarnos tanto como
esta enfermedad casi incurable.¡ Ridícula vanidad del hom·
bre, no humillarse al ver que no era sino polvo
y
ceni–
za, que ha sido formado de un poco de barro! ¡Qué ma–
yor locura que el que este barro, que debe cuanto e
á
la
mano omnipotente que le ha fabricado, se gloríe de las
ventajas que ha recibido de élla,
y
muchas veces quiera
robarle toda la gloria! Lo que nos da opinion y fama,
lo que nos d is tingue
de
los <lemas, todo es un puro do11
de Dios ;
y
el resplandor de los dones de Dios solo de–
be servirnos para hacer resaltar mas nue tras sombras.
Es verdad que el orgullo es siempre señal de un espíri–
tu apocado. La almas grandes, las per onas de mas dis–
tinguidó mérito son por lo comun mas humilde : solo esos
espíritus de cortos alcance<> están llenos de una fal sa es–
timacion de sí mismos.
El
orgullo humilla á cualquiera
que tiene bastantes luces para conocer
su
presuncion
y
·su
vanidad.
El
evangelio u del
cap.
1
8
de
san Lucar.
In
ilfo
tempore dixit J ems
En aquel tiempo d ixo Jesus
á
ad quQsdam qui in se confi-
algunos qu e con fi aban en sí mi -
debant tamquam j usti
,
et ar-
mos y desprecia ba n á los dem1s,
p ernahantctr cetero r,
p.1rabo!arn
esta parábola: Dos hombres fue–
irtam : D uo homines ascende-
ron al templo á ora r , el úno
fari –
runt in templum ut orarent:
seo, y el ótro publicano: el fari –
unus
pharis~us
,
et alter pu-
seo, presentándose , decia pa ra sí
blicanus. PharisteuJ 1tan1, htec
estas co;as : Oh Dios, te doy
gra–
apud se
orabat: D eus, gratiru
cias porque no soy como los de...