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DOMINGO DÉCIMO
humilde de corazon : hacedlo que sea ; os lo pido ,
y
lo
deseo de todo corazon.
JACULATORIAS.
Loquar ad Dominum meum cum sim pulvis et cinis
~
Genes. 18.
i
Osaré hablar
á
mi
Dios , siendo como soy polvo
• y
ceniza?
Ego sum pauper, et dolens
:
salus tua
,
Deus
,
suscepit me.
Salm.
68.
Estoy humillado,
y
paso mis dias en la tristeza; por
esto, Dios
mio,
espero tendreis piedad de mí ,
y
me
salvareis.
P ROPOS !TOS.
1
La humildad sin la humillacion no es ordinariamen–
te otra cosa, que el conocimiento
y
la estimacion que se
tiene del mérito
y
de la importancia de esta virtud; pero
no es siempre
la
virtud misma. No es uno humilde por–
que
conoce los motivos que tiene de serlo. Las virtudes
morales todas son prácticas. La prueba mas segura
y
la
menos equívoca de la virtud de la humildad, es gozarse
y
alegrarse en la humillacion. Si esta importante virtud
solo consi tiera en humillarse de palabra, los cumplimien–
tos menos sinceros probarían que eran humildes muchí–
simas personas que están llenas de orgullo ,
y
embebidas,
<ligámoslo así, en soberbia. ¡Cosa extraña! Tenemos
fal–
tas
espesas que saltan
á
los ojos,
y
no podemos sufrir
que se echen de ver; ¡qué despecho si se de cu bren.,
6
se exageran! No hay quien no desprecie sus propios de–
fectos
y
Jos agenos; pero cada uno quiere que no se hable
de los suyos. Corrige hoy un vicio tan comun. Si no eres
ba
tante virtuoso p¡;¡ra·amar la humillacion, sé bastante
cristiano para recibirla con mansedumbre y con pacien–
cia. No te justifiques
en
e as pequeñas ocasiones
en
que
·tu
amor propio es maltratado,
y
en que
tu
vanidad u–
-fre.
Acostúmb rate
á
callar; pero no pierda por un ayre
seco, por una pa labra
viva,
por una ind•gnacion que se
1
Janifiesta dema iado el mériro de una pequeña humi-