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I

DOMINGO DÉCIMO

veneran su nombre , los que le ·adoran como

á

su

Dios~

los

que

le aman como

á

su Redentor y Salvador, los que

le sirven como

á

su soberano Señor; como no pueden

ha–

cer esto sin ser inspirados de Dios, estos tales tienen el

espíritu de Dios; porque nadie puede conocer

á

Jesucris–

to por el Mesías, por el Señor de1 Universo, por el ver–

dadero hijo

de

Dios, por el Salvador de los hombres, ni

adorarle y servirle como á tal, sin ser inspirado del Es–

píritu santo:.

Nemo potest dicere

:

'Dorninus J esus, nisi in

Spiritu sancto.

La fe es un don de Dios,

y

solo el espíritu

de

Dios

puede hacernos creer las verdades cristianas, co–

mo que solo el espíritu de tinieblas es quien nos hace du–

dar de las verdades de la religion ,

y

nos induce al error.

Divisiones gratiarum sunt

,

idem autem spiritus

:

Por

mas· diferentes que sean estos dones espirituales , todos

nacen de un mismo principio. El Espíritu santo es quien

los ·comunica como le place,

y

á

quien le place. Todos

estos dones son igualmente preciosos por mas que sean

diferentes los ministerios: no hay empleo en la Iglesia que

no sea honroso,

y

que no deba referirse

á

la comun uti–

lidad. de los fieles

y

á

la gloria del Señor. Da aquí san

Pablo esta leccion

á

los corintios, porque los que tenían

los empleos superiores menospreciaban algunas veces á los

inferiores

y

subalternos. Los ministerios son diferentes:

únos están elevados al acerdocio, ' ótros al obispado: aque–

llos sirven en una clase y grado inferior, éstos en fun–

ciones todavía menos brillantes; sin embargo , todos son

ministros del mismo Señor, todos concurren al mismo fin ,

t odos pertenecen al mismo dueño; y aunque los empleos

sean diferentes,

y

desiguales los talentos, las funciones

son igualmente santas por la santidad del ministerio que

se exerce: al ministro toca corresponder á la santidad de

sn ministerio, y

á

la dignidad de su empleo, por la dig–

nidad , por la regularidad, por la santidad de sus costum–

bres

y

de su vida,

D ivisiones operationum sunt, idem vero Deus:

las ope–

raciones son diversas; pero un mismo Dios es el que obra

todas las e sa<; en todos. El Apóstol parece distinguir aquí

estos dones espirituales en gracias, en ministerios

y

en ope–

racioñes. La gracias se atribuyen

á

la bondad del E spí–

ritu nnto, dice un erudito intérprete: los diferentes mi-