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· DE CUARESMA.

~mm

hospeélage que le hizo,

y

con sus bellos modos, le

9bligó á alojarse en su casa cuantas veces pasaba por allí.

Un dia-dixo á su IT!arido: Me. parece que este hombre que

pasa_tan á menud<,J por aquí es un vár_on de Di0s·.

y

y.n

s~n

t_o:_alhajémosle un cuartito para que

~sté

con C9'JPO}iidad

cuando nos venga á ver: pongámosle

u.na

~ama,

iina mesa,

un.a silla

y

un candelero, Estando un

dia

Eliseo hospedado

~llI,

dixo á Giezi., su criado, que preguntase á su huéspe–

da, qué podría hacer por élla en reconocimiento de todos

los servicios que le babia h cho. Habiénctola hecho lla–

mar Elíseo

, q

la predixo que tendría un l]ijo antes de un

año. El suceso verificó la prediccion. Creció el hijo hasta

la edad de tr s. años;

y

habi ndo ido un dia á ver

á

su

padre, que e itaba en el tajo de lo segadores, cogió un

golpe de sol, de que murió. Su madre llena de

~onfianza

en los méritos de Elíseo, llevó el cadáver

A.l

cu ¡:irto del

Profeta, lo puso .sobre su cama , cerró la puerta.;

y

sa–

biendo que Eliseo estaba -ento_nces en el Carmelo, se

fué

allá disimulando su afliccion. Habiéndola visto el Profeta

á lo lejos, envió á Giezi, su

~riado,

para

qu~

la pregunta–

se si babia alguna novedad. Ella, que no quería descubrir

ia

muerte de-su h'ijo

á~ ótro

1

que

al Pnofeta, respondió que

t9do iba bien. Habiendo 'llegado adonde estaba Eliseo, se

arrojó á sus pies hech,a un mar de lágrimas. Giezi la qui–

so retirar, el Profeta se lo estorbó, dici,endo: Que aquella

muger se hallaba afligida, aunq4e el Señor no le habia

descubierto el motivo. Luego que é¡la le dixo como su hi–

jo·hapia muerto, mandó

~ ·Giezi,

-que tqmara su báculo,

y

se fuera· allá, con la ex: presa

prohibj~ ion

,P,e

saludar

á

nadie en el camin0. Este· es

Utl

modo de hal5lar figurado

é hiperbólico, que denota la diligencia. con- que debia hacer

el vicrge. Cuando el Salvador del mundo.envió .sus apósto–

les á predicar el evangelio, les intimó la misma prohibi–

cion en el mismo sentido. El HijQ de Dios, dice san Am–

brosio, no nos prohibe el q4e cumpla¡nos ·con las obliga–

ciones de la urbai;iidad

y

cortesía, saluda-ndo á los que nos

saludan; solo quiere hacernos comprender la difo!encia

con que debemos executar las órdenes

y

encargos

d;

Dios.

Pónese en camino

Giez

i;

pero la afligida madre no estu–

vo contenta

ha~ta

ql.le

vió partir tambien á Eliseo. Lle–

gado Giezi adond

e est

aba el cadáver del niño, le puso el

T2