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I I

'2

DOMINGO TERCERO

compr ender que habia muchO's siglos que el demonio ha–

c ia todo sus esfuerzos para hacerse dueño de un pueblo que

era el único que profesaba la verdadera religion, el único

que no estaba sujeto á sus leyes, el único que noestaba se–

pultado en las tinieblas de la idolatría: que •lo encontró bas–

tante adornado; pero que en castigo del despuecio que ha–

cian-de su Sa.lvador, iban á ser abandonados á las ·potesta–

des del infierno, las que apoderándose de éllos.,

y

emplean–

do nuevas fuerzas para conservar su conquista, iban á ha–

cer aquel pueblo tanto Jmas infeliz, cuanto hasta entonces

babia sido mas amado y mas favorecido de Dios.

i

Pero

quién no ve tani

bien.en

la mísma parábola el verdadero re–

trato de esos reynos.desventurados, de esos pueblos que el

cisma

y

la heregía .han separado de la

Iglesia~

Sepultados

en otro tiempo en las tinieblas del paganismo, la fe cris–

tiana los babia alumbrado, y los habia dado

á

conocer al

verdadero Dios,

y

habiendo roto la gracia sus cadenas,

habían ido admitidos en el seno de la Iglesia. En vano hi–

zo el demonio los mayores esfuerzos para volver á hacerse

dueoo de éllos: desesperaba poder conseguir su intento, no

viendo en sus habitantes sino inocencia, pureza de costum–

bres, devocion , fervor , penitencia: ¡qué de grandes san–

tos en Inglaterra! ¡qué inocencia! ¡qué devocion en to-

. dos los pueblos del Norte! ¡qué zelo, qué piedad!, qué ad,.

hesion á la I glesia de Jesucristo en toda la Alemania!

S co–

pis mundatam et ot·natam.

El espíritu de tinieblas fue á bus–

car otros siete espíritus peores que él: el espídtu de er ror,

el espíritu de libert inage, el de independencia, el Cle sober–

bia, el de indocilidad, el espíritu particular, el espíritu de

di vi ion

y

de ci ma;

y

habiendo entrado en estos reynos,

has ta entonce t an

f~rt iles

en vi rtudes

y

en santidad ; todo

l o han talado, todo lo ha n a olado, y con man.o armada

se ha n e tablecido en ' llos :

Et

fiun t novissima pejora prio–

'ribt{S ,

y

la heregía ha hecho que el estad actual de estos

p ueblo desventurados sea p or que el antiguo.

Los fariseos y lo doctores de la ley oía n

á

Jesucristo

sin decir palabra , porque no sabian qué re ponder; pero

no rebaxaba n nada de su orgu llo ni de u ob tinacion: cuan–

do un a imple muger, mas illus trada qu éllos

~ le vantó

u

voz en m io del concur o embele ·ado de la doct rina del

Salvador, y exclamó : Dichoso el vientre que te llevó ,

y