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([ro

DOMINGO

TER~ERO

se piensa y se habla muy

de

otro modo que se hacia cuan–

do se vivía en el desórden. Todas las personas que se halla–

ban presentes se admiraron al ver el milagro; pero la en–

vidia convierte en mal hasta los mayoros milagro . El espí–

ritu sigue-siempre los sentimientos del corazon. Un, co1•a–

zon corrompido nunca dexa de comunicar su corrupcibn

al espíritu. Entre las muchas gentes que habfan sido.testi–

gos ·del milagro que el Salvador ·acababa de hacer, hubo

quienes dixeron, tjue aquel demonio había ido echado por

Helcebub, príncipe de los demonios. Los fariseos y

todos

los doctores que se dexan

c~gar

por la ·envidüi, no creen

ver sino las obras del demonio, donde el. simple puebló

reconoce claramente los efectos del poder divino. Esto pue–

de servir para consolar á los siervos de Dios, cuando no

pudiendo condenar

sus

acciones exteriores, se atribuye el

bien que hacen,á otro principio, que al espíritu de Dios

que los anima. Otros le pedían_hiciese algun<pi-odigio ce–

lestial, dice san ·Lucas. El incrédulo para abrazar la reli.:.

gion busca nueVlas pruebas, á las cuailes tampoco se reri ...

<liria, así como el pecador para convertirse quiere otras gra.:

cias que las que tiene,

á

las cuales no resistiria menos, ni las

baria menos inútiles. Viendo Jesus lo que pensaban, sufrió

sin .quejarse una tan negra

y

tan grosera calumnia. Se con–

tenró solamente con decirles con su ordinaria mansedum–

bre: Yo trabajo endestruirel reyno de Satanasechándalode

los cuerpos,

y

quitándole de entre las manos las almas por

la santidad de la moral que predico,

y

hago profesion de

observar :

i

cómo, pues, puéde él hacer que su poder sirva á

mis designios,

y

oponerse tan man ifiestamente á sí

mismo~

E l reyno de los demonio es el imperio que exercen sobre

l os hombre . Si los únos contribu yen á hacerse echar

á

los

ótro de los cue rpos humanos, se de truyen los únos á lo

ótros;

y

su imperio no puede subsistir entre vosotros. Hay

exorcistas que expelen alguna veces

á

los demonios invo–

cando al Dios de Abráhan: m uchos de vuestros hijos los

expelen en mi nomb ¡:e;

y

vosotros mismos sois testigos que

mi di cípulos han recibido de mí la misma virtud.

i

Diréis

que todos éstos los expelen en el nombre de

Belcebub~

Pe ro

si yo expelo los demonios por la virtud del Todopoderoso,

rt:conoced á esta sola señal

á

vuestro Mesías. E te razona:.

miento no tenia réplica. Pero cuando la ceguedad es volun-