Table of Contents Table of Contents
Previous Page  128 / 356 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 128 / 356 Next Page
Page Background

118

DOMINGO TERCERO

vadit, et as.rumit septem alias

spiritu.r .recum

,

nequiores .re,

et i ngressi habitant ibi. Et fiunt

novissim-a hominis iliiu.r pejora

prioribus. Factum

e.rt

autem, dem

heec diceret

:

extollen.r vocem quee–

dam mulier de turba, dixit il–

li:

Beatu.r venter qui te porta–

'Ziit

,

et ubera quce .ruxisti. At

ilte dixit

:

Quinimrño· beati, qui

audium verbum Dei

·,

et custo–

diunJ

itlutl.

'

l

mi casa de donde salí. Y vol vien–

do á élla, la encuentra limpia y

adornada. Entónces va y toma

otros siete espíritus peores que

él,

y

entrando habitan allí. Y los

fines de aquel hombre se hacen peo–

res que los principios. Sucedió que

diciendo estas cosas, levantó una

muger la voz de enmedio de la tur–

ba,

y

le dix9: Bienaventurado el

vientre que te llevó,

y

los pechos

· que mamaste. Pero él respondió:

' Bienaventurados mas ·bien los que

oyen la palabra

~e

Dios

y

h ob–

servan.

·MEDITACION.

~obre

las granJe.zas y prerogati'Uas

de la

santísima

Vírgen.

p.l:JNTO

PRIMERO.

c·o~sidera

q1:1e

Di~s

puede hacer una infinidaa de mun–

~os

trias bellos, mas capaces, mas admirables que el que

h.a

cria~o,

y

en el que vi vimos : puede hacer unos astros

mas brillantes, otros cielos mas vistosos, otra tierra mas

X·is::a ..en producci_ones

y

maravillas,

y

de todas estas co–

sas puede hacer un sianúmero; pero con ser

Dios

omni–

.potente no puede hacer tina .madre mas noble, mas ex–

celente , mas digna de nuestra veneracion , de nuestra de–

vocion, de nuestro's respetos

y

de _nuestro culto, que lo es

la

Madre de Dios.

Dios puede hacer

un

mundo mayor,

di–

ce san Buenarentura;

pero no puede hacer una madre

ma–

yor

que

la Madre de Dios.

Y

así el evangelio cuando quie-

re elogiarla, se contenta con decir que María es madre

de Jesucristo:

De qua natus est Jesus,

qui

vocatur Chris–

tus.

i

Qué puedo decir, beatísima Vírgen, qué puedo

de–

cir de tu persona

y

de tus grandezas, exclama san Agus–

tin,

cuando veo

que

todo lo que pudiera

decir, es me-