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LUNES TERCERO

que me ha dado de librarme de mis enemigos; espero

en él, y no temo me puedan hacer mal arguno los hom-

~

bres. Con mas razon podía decir esto el Salvador cuan–

do se vió obligado

á

hacer un milagro para librarse de

las manos de sus parientes, allegados en Nazaret, como

se verá en el evangelio de este dia.

La epístola contiene la historia de Naamán, general

de las tropas del rey de Siria. Este oficial pasaba por uno

de los hombres mas valientes de su tiempo: había con–

seguido muchas victorias,

y

habia dado pruebas de su

valor en mil encuentros : por tanto , estaba en grande es–

timacion para con el rey, y lo miraban como la segun–

da persona del reyno. Pero en medio de- toda esta glo–

ria

y

de todas estas prosperidades estaba afligido de una

lepra, que lo babia puesto horroroso, y. no le dexaba ver

gustar de los frutos de su alta reputacion, y de sus gran–

des rique

zas. Es

ta lepra no le impedía presentarse en la

corte, ni

serv.ir

al rey de Siria; en lo que se ve, que los

demas p

ueblos

de~

Oriente no miraban

á

los leprosos con

el horror que los israelitas. Entre éllos pasaba la lepra

mas bien por una deformidad, que por una enfermedad

verdadera. El mismo evangelio se sirve mas comunmen–

te de la palabra limpiar , respecto de los leprosos, que

de la

d~

curar ;

mundatus est

(

Luc.

4. ).

.

Habiendo salido de ·Siria unos salteadores, se llevaron

cautiva del pais de Israel una muchacha de poco años, la

que entró

á

servirá la muger de Naa nán. La Siria siempre

ba sido fecunda en ladrones, como tambien la Arabia

y

los

demas pueblos del Oriente. Ninguña cosa mas comun en–

tre éllos, que agavillarse

y

hacer correrías en los pai es

enemigos, pillando todo lo que encontraban, y llevándose

siempre muchos esc_lavos. Una doacellita judía fue del nú–

mero de estos cautivos; la que habiendo venido á parar

á

casa de Naamán, servia de criada

á

su muger. Viendo

esta criada el motivo de la afliccion

y

de los su piros de

su amo : Pluguiera

á

Dio , dixo un dia

á

su ama , que mi

Señor hubiese ido

á

visitar al Profeta que hay en Sama–

ria: me atrevo

á

asegurarle, que infaliblemente hubiera

sanado de su lepra.

aamán hizo llamar á la muchacha,

la hizo varias

preguntas~

é informado de la virtud que

Dios babia dado

á

Eli eo,

y

de todos los prodigio que