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c130

DOMlNG'O TERCERO

bastantes· pruebas; porque decidme:

i

Cuántas villdas ha–

bía en Israel en tiempo de Elías?

y

sin embargo, cuando

el ciele> estuvo cerrado .tres años ' y medio, sin que cayese

so·bre la tierra ni lluvia ni rocío, 'desolando la mas horri–

ole ·hambre todo el

-pais~

.iá -

q_uien envió Dios su Profe–

ta~

¿

P(lr ventuq no- fue á

Hóa

viuda extrangera de Sa–

tepta en

·ei

páis de Sidon?

'i

Cuántos leprosos babia en Is·

rael en tiempo de Elíseo?

y

sin embargo, este hombre de

Dios no curó de una enfermedad tan · incurable sino

á

Naaman

géhtil,

válido 'del rey de Siria.

-Toao este razonámiento del · Salvador, que debia ser

escuchado como una advertencia saludable, fue muy mal

recib-ido en una sinagoga llena de

gente~

apasionadas: com–

prendían demasiado que Jesucristo queria abandonar–

los

y

dar parte á ótros de los beneficios de que los juzga–

ba indignos;

y

q1:1e por

el

exemplo de Naaman les daba

á

entender que tenia intencion de ir á predicar á los gen–

tiles con gran desprecio de la sinagoga; lo cual les irritó

tan fuertemente contra

él,

que habiéndose levantado tu–

rnu ltuariamente, se echan sobre él con violencia, lo sa–

can fuera de su ciudad, que estaba edificada sobre el de–

dive de uri monte,

y

o llevan hasta lo alto de una ro–

ca resueltos

á

deshacerse de él precipitándblo desde allí.

Tan foriosa es la ira

y

el ódio de los parientes

y

paisa–

nos.

E~te

género de execuciones populares estaban tole–

radas;

y

con pretexto de zelo por la ley se hacia morir

á

un hombre sin formalidad de justicia; pero Jesucristo,

que queria dexarse llevar hasta lo alto del monte, no les

permitió executar su depravado designio: se soltó sin tra–

bajo de su§ manos; y sea que los hiciese corno ciegos res–

pecto de su persona, ó que les qui.rase de una vez las

fuerzas

y

movimiento, pasó tranquilamente por medio

de éllos,

y

se retiró libremente. Estos discípulos del de–

monio, dice san Ambrosio, son peores que su maestro;

porque éste solamente quiso llevar ·al Salvador

á

que se

.precipitara él mismo,

y

é tos intentan precipitarlo éllos

mismos. Unos hombres que aplaudian no ha un momen–

to los di cu r. o

del Salvador, quieren darle la muerte

luego que le ·descubre la corrupcion de

u corazon. Je–

sucrisw corri0 casi toda la Judea, predicó en

bastante~

ciudades, nunca perdonó al

vicio, en

todas partes

repren~