Table of Contents Table of Contents
Previous Page  46 / 356 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 46 / 356 Next Page
Page Background

MARTES SEGUNDO

mun tan lucrativas?

i

por qué no tener zeló ni fervor ·

sino por aquellas buenas obras.que dan golpe,

y

atraen

la admiracion ?

i

por qué solo pór la salvacion de cier–

tas almas?

i

por qué no querer dexar aquel empleo,

ó

aquel puesto, cuando la voluntad de los superiores ha–

ce ver bastantemente que Dios no gusta que estemos · en

él? ¿por qué buscar el favor;

y

la proteccion para man–

tenernos en él ?

i

tememos que la gloria de Dios padez–

ca si cedemos á ótro nuestro puesto? ¡Ah, Dios mio,

y

cuántos misterios de iniquidad revelará la muerte

á

-nues–

tros ojos!

i

Y

será entónces tiempo de descubrir estos

misterios?

'

Se juzga que es tener mucho zefo el queter ·trabajar

mucho; pero si en esa multiplicidad de trabajos no tra–

bajamos sino por Dios, pasma el que pongamos tanto es–

tudio

en

hacer que advierta el pi.'1blico lo mucho que tra–

bajamos,

y

en mendigar por •1:ma .vana ostentacion de

nuestros ·sudores una indigna é .inútil compasion. Quere·

mos muchas veces hacerlo todo , pero solo nosotros :

¿y

no es esto porque se teme á un concun·ente,

y

se apren–

de que se han de dividir 10s aplausos si algun otro par–

t e con nosotros lns fatigas? ¡Qué sutil es el amor propio,

Dios mio! á no ser que tengamos

un

corazon muy

puro,

y

un espíritu

muy

recto, siempre nos deslumbrará,

y

nos

engañará. Una de las pruebas ciertas de ser falso el zelo,

es mirar los felices sucesos de los ótros con pesar.

i

Es

mi zelo mas puro que éste?

El verdadero zelo es el primer fruto de

la

caridad,

ni

puede venir de otro principio: es dulce, compasivo,

b~

néfico, humilde. El primer objeto

de

nuestro zelo debe

ser nuest ros propios defectos. La piedad edificativa debe

ser el primer artificio que ha de emplear un hombre ze–

loso para mover los corazones :

./Es sonans

,

aut cymba–

lum

tiniens.

¡Qué pesar, Di0s mio, qué desesperacion

á

la hora de la muerte, cuando toda la vida no ha sido si–

no como el metal que resuena,

ó

como una campana

que retiñe!

Nonne in nomine tuo prophetavimus?

i

No pro–

fetizamos en

tu

nombre? ¿no arrojamos los demonios en

tu nombre?

i

no hicimos íl)Uchos milagros en tu

nombre~

Y

entónces les diré abiertamente, dice el Señor:

ro

no

os conocí jamás, apartáos de mi.

¡Qué

sentencia, qué gol-