![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0046.jpg)
MARTES SEGUNDO
mun tan lucrativas?
i
por qué no tener zeló ni fervor ·
sino por aquellas buenas obras.que dan golpe,
y
atraen
la admiracion ?
i
por qué solo pór la salvacion de cier–
tas almas?
i
por qué no querer dexar aquel empleo,
ó
aquel puesto, cuando la voluntad de los superiores ha–
ce ver bastantemente que Dios no gusta que estemos · en
él? ¿por qué buscar el favor;
y
la proteccion para man–
tenernos en él ?
i
tememos que la gloria de Dios padez–
ca si cedemos á ótro nuestro puesto? ¡Ah, Dios mio,
y
cuántos misterios de iniquidad revelará la muerte
á
-nues–
tros ojos!
i
Y
será entónces tiempo de descubrir estos
misterios?
'
Se juzga que es tener mucho zefo el queter ·trabajar
mucho; pero si en esa multiplicidad de trabajos no tra–
bajamos sino por Dios, pasma el que pongamos tanto es–
tudio
en
hacer que advierta el pi.'1blico lo mucho que tra–
bajamos,
y
en mendigar por •1:ma .vana ostentacion de
nuestros ·sudores una indigna é .inútil compasion. Quere·
mos muchas veces hacerlo todo , pero solo nosotros :
¿y
no es esto porque se teme á un concun·ente,
y
se apren–
de que se han de dividir 10s aplausos si algun otro par–
t e con nosotros lns fatigas? ¡Qué sutil es el amor propio,
Dios mio! á no ser que tengamos
un
corazon muy
puro,
y
un espíritu
muy
recto, siempre nos deslumbrará,
y
nos
engañará. Una de las pruebas ciertas de ser falso el zelo,
es mirar los felices sucesos de los ótros con pesar.
i
Es
mi zelo mas puro que éste?
El verdadero zelo es el primer fruto de
la
caridad,
ni
puede venir de otro principio: es dulce, compasivo,
b~
néfico, humilde. El primer objeto
de
nuestro zelo debe
ser nuest ros propios defectos. La piedad edificativa debe
ser el primer artificio que ha de emplear un hombre ze–
loso para mover los corazones :
./Es sonans
,
aut cymba–
lum
tiniens.
¡Qué pesar, Di0s mio, qué desesperacion
á
la hora de la muerte, cuando toda la vida no ha sido si–
no como el metal que resuena,
ó
como una campana
que retiñe!
Nonne in nomine tuo prophetavimus?
i
No pro–
fetizamos en
tu
nombre? ¿no arrojamos los demonios en
tu nombre?
i
no hicimos íl)Uchos milagros en tu
nombre~
Y
entónces les diré abiertamente, dice el Señor:
ro
no
os conocí jamás, apartáos de mi.
¡Qué
sentencia, qué gol-