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42
MIERCOLES SEGUNDO
1
suerte, que
á
mas de la resolucion que tomó de hacer pe–
recer
á
Mardoqueo , determinó vengar tambien este me–
nosprecio en toda la nacion judáica, que estaba espar–
cida por todas las provincias del imperio; para lo cual
formó el designio de hacer degollar en un mismo dia
á
todos los judíos que babia en todas éllas. No le costó mu·
cho sacar del Rey una órden tan cruel. Le representó que
babia un pueblo aborrecido de todos los ótros, esparci–
do por todo el reyuo,
y
poco obediente: que convenia
á
los intereses del estado exterminará una naeion enemiga
de las leyes
y
de la religan del pais: que le suplicaba man–
dase por un edicto les quitasen la vida en un mismo dia
á
todos los judíos que se encontrasen en el imperio. El Rey
sacó de su dedo el anillo de que se servia para sellar los
ed ictos
y
se lo dió á Amán, haciéndolo árbitro absoluto
de to o este negocio. El cruel ministro, aprovechándose de
su valimiento, hizo expedir un edicto en nombre del Rey
para exterminar toda la nacion judía esparcida por todo
el re yno: en él se mandaba
á
todos los sátrapas,
ó
gober–
nadores de las provincias, á todos los jueces
y
alcaldes,
que hiciesen pasar
á
cuchillo á todos los judíos que se e!l·
contrasen en su distrito el dia
13
del mes de Adar, sm
excepcion de personas, ni distincion de sexo ni edad.
Habiendo sabido Mardoqueo lo que contenía este cruel
edicto, rasgó sus vestidos, se cubrió de un saco, y pu–
so ceniza sobre su cabeza, no cesando de llorar noche
y
dia, y de pedir al Señor que se compadeciese de su pue–
blo. Noticiosa la Reyna del desconsuelo en que estaba su
tio, quiso saber el motivo. Mardoqueo se lo escribió: la
envió una copia del edicro,
y
la dixo, que sin perder
tiempo hablase al Rey, y ·se valiese de cuantos medios la
inspirase su prudencia para salvará su pueblo. Ester le
representó que estaba prohibido, so pena de muerte,
á
toda suerte de personas entrar adonde estaba el Rey, sin
ser llamadas por un órden expreso: que sin embargo, po–
niendo en Dios toda su confianza, estaba resuelta
á
expo–
ner su dignidad
y
su vida por la salud de su pueblo;
y
así
que le
supl~caba
hiciese juntar todos los judíos que habia
en Susa,
y
les incimase un ayuno de tre ,, dias,
y
que pi–
diesen á Dios por élla. Mardoqueo executó el órden de la
Reyna,
y
en estos días .de penitencia
y
de devocion com-