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DE CUARESMA...

45

recibireis la

~ordna

que mi Padre

y

yo

os

hemos prepa–

rado desde la eternidad. La súplica que· acababa de hacer

la madre dé 'los dos discípulos, causó algunos zelos ,

y

aun alguna indignacion en los otros diez_que se hallaban

presentes: lo que le obligó al Salvador. á darles esta bella

leccion de humildad, tan opuesta al espíritü del mundo,

en que 1es ,qeclara, que el medio para llegará ocupar el

primer puesto en el cielo, es tomar el último lugar en la

t ierra;

y

si se quiere ser mas grande que los ótros, es pre–

c iso hacerse servidor de éllos ,

y

mas pequeño que éllos.

En esto debeis

pon~r

vuestros puntos, ésta debe ser vues–

t ra ansia y vuestra pasion: , tomad; exemplo de mÍ, aña–

dió: yo debo ser vuestro

modelo ~

yo no he venido para

ser servido, sino para ser irá' los ótros,

y

para dar la vi–

da

á

aquellos mismos que me darán la mu·erte.

La 'oracion de la

mi:ra

de '

este día u

la siguiente.

1

'

. :

..

- ;

Populum tuum, qwe!Umus, Do- ··

S eñor , mirad

i

vuestro pueblo

mine , propitius respicé:

et

quÓs

con benignidád ;

y

haz que se en–

ab e.rci.s carnalibus prcecipi-s abs-

mi enden de

sus vicios

los

que

tinere,

a

noxiir quoque ·vitiis

mandks se abstengan de comer de

cessare concede. Pcr Dorninum,

carne.

Pór

nuestro Señor Jesu-

nostrum Jeium C,hristurn.. .

cristo~

.•

La epístola es del cap.

I

3.

del libro de Ester.

-

..

In

-diebtu illis: Oravit Mar–

doch12us ad Dominurh , dice ns:

Domine, Domine Re.

..: omnipo–

tens,

in

ditione enim tua cune-

'

.

.

ta sunt pouta, ·et non est qui

ponit

tu12

resistere voluntati, si

decreveris salvare Israel. Tu

fecisti cadum et terram, et quid–

quid creli ambitu c9ntinetur. Do–

minus omni-um es, nec est qui

resistat majestati

tu12.

Et nunc,

Domine, Rex, Deus Abraham,

miserere populi tui· quia volunt

nos inimici nostri p erdere, et

hcereditalem tuam de/ere. Ne

En

aquellos dias : Oró Mardo–

que0> al Señor, diciendo: Señor, Se–

ñor Rey omnipotente, porque to–

das. las cosas están en tu potestad,

y no hay quien pueda resistir á tu

voluntad , si determinas salvará Is–

rael. Tú hiciste el cielo, y la tie–

rra, y cuanto se enc;ierra en el ám–

bito del cielo. T ú eres Señor de to–

dos , y no hay quien resista á

tu

magestad. Ahora, pues, Señor, Rey,

Dios de

Abraha~1,

ten misericor–

dia de tu pueblo, porq ue nuestros

enemigos nos quieren perder, y des–

truir

tU

heredad. No des,precies tu