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LUNES CUARTO
R E F LE X 1 O N E S.
Que no sea ni
~ara·
mi ni para ti
,
sino que se divida.
Tal
es
et
lenguagé del espíritu del mundo ,
y
del e'qemigo
de lá
salv~cion:
de este' modo habla el amor propio , y
el espíritu de la carne: este es el idioma de las pasiones
menos violentas. Se conviene en q1,1e Dios tiene derecho
sobre nuestro corazon,
y
que debe ser amado
y
servi–
do ; pero la naturaleza pretende hacer valer sus dere–
chos: · el amor propio rro renuncia de todo punto sus pre–
tensiones;
y
la pasion dominante quiere que una larga
posesion sea un título que prescriba. Los sentidos abogan
siempre por la division. Se quiere ser de Dios, sin dexar
de ser del munqo , de sí mismo,
y
de sus placeres. Por
la mañana á misa , por la tarde al juego. Ciertos dias al
ser
1
mon , y otros muchos á la comedia y
á
los
dem~s
es–
pectáculos. Se da
á
píos
y
á la religion una parte de los
días de fiesta,
y
este culro es todavía bien superficiAl : la
atencion, la aficion, la ª 'Plicacion son totalmente para
los negocios temporales. La enfermedad hace pensar en
la salvacion: la salud hace que se
pierd~
su memoria,
y
llega hasta hacer que no se piense en élla. Toda la vida
es un momento de alternativas
y
de contradicciones.
Dios quiere todo el corazon: bien se quiere que tenga su
parte; pero no se quisiera negarle
al
mundo la suya. La
fe , la conciencia , la razon abogan , por deci rlo
así~
por
la causa de Dios,
y
piden que el corazon sea todo para
Dios: el amor ptopio, el. bábito, la pa ion abogan toda–
vía con mas calor por su propia causa:
Nec mihi nec
ti–
hi sit, sed dividatur.
¿En favor de quién se da lá sen–
tencia~
Dios no puede sufrir division: el corazon es .to–
do de él. Así ·como hay pocos cristianos que aspi ren
á
una santidad perfecta, ,tampoco hay muchos que estén
determinados á pasar su vida en los últimos desórdenes;
el mayor número es de aquellos que buscan un tempe–
ramento entre estos dos extremos. Ved aquí , la disposi–
cion en que viven la mayor parte de las gentes en el mun–
do; ¿pero está el corazon menos dividido en el estado
religioso? Se quiere dar alguna cosa al espíritu,
y
algu–
na cosa
á
la carne: se quiere vivir cristianamente; pero