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DOMINGO CUARTO

deserta?, et magis quam ejus

.quiz habet virum. Nas autem,

frat res, secundum Isaac pro–

missionis filii sumus. S ed1quo–

modo

tune

ií.s

J

qui secun'dum

carneri1

natus f uerat, perseque..:

batur eam, qui·

s~cundún!

spi–

ritum: ita et '11um·. Sed quid

dicit S ct·iptu'rá ? E j ice ancit–

lam,

et

jitium cjus: non enim

hceres ·erit fiJi1,1s aru:ilt<e _cum

fi–

lio liber<e. /taque , fratr es, non

sumus .ancillce filii' sea liberce,

qua libertate Christus nos libe·

ravit.

que de la que tiene marido: nos–

otros , pues,

ó

hermanos, somos h i–

jos de promisWn, segun Isaac. Pero

así como entonces , el que habia na–

cido segun ¡a carné_; perseguía al

qu

e había

nacido 's·e'gut'l el espíritu;

l'o

mis.mo

sucede

aho r~.

¿

Pero qué

di

ce la E

scritura? Echa afuera

á

la

es

clava 'Y'

su hijo ; porque el hijo de

la

escla.va

no será heredero. j.unta–

m

ente con

'el hijo de la libre. Y así>

h ermanos' no .somos hijos de la es–

clava ,. sino de la libre,

y

con aqu e.·

lla libertad con que Cristo nos res–

cató.

NOTA.

.

.

"Los falsos doctores que sembraban la ciz.aña ·en la

"igle ia de Galácia, pretendían sujetar los nuevos fieles,

"no solo á la ley de la circuncision, sino tambien á todas

"las observancias legales, lo que obligó á san.Pablo á pro–

" barles

con la auto

ridad y con razones que Jesucristo nos

"había

librado.de

la servidumbre de ,la ley en la .nueva

,,alianz

a.

RE F L E XI O

NE;

S.

Nosotros no somos hijos

de

ia esclava,

.

es verdad; ¡pero

cuán pocos cristianos gozan el dia de hoy

d~

la libertad de.

los hijos de Dios .! Al rescatarnos Jesucristo nos volvió es-

1

ta preciosa libertad:

i

pero qué caso se hace de élla cuando

se pierde voluntariamente y sin pená?

Es~a

dulce libertad,

que nos exime de la tiránía de las pas iones., de la esclavitud

del pecado, de la rnaligna sugesti_Rn de los sentidos,, del ca–

pricho ridículo, molesto

é

imperi9so del mundo,

ies

muy

estimada, muy bl.lscada, muy amada de la ll.layor parte de

l¡is gentes? ¿Se co·noce su precio? i,se conpcen sus frutos? ise

saben todas sus ventajas? La priesa que nos damos por me–

ternos, por decirlo así, á servir

t!antos amos tan duros;

por cargarnos de cadenas, por v·ivir en la esclavitud, ha-

ce ver claramente cuán locos soinos, cuán insensatos en