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DOMINGO CUARTO
dir á us apóstole Ia verdad de los milagros que obraba,
y
el cui ado de lo evangelistas en notar las circunstan–
cia de es to milagro .
Ab orto
y
admirado el pueblo al _ver un prodigio tan
a ombro o, decia á voce : Este es el profeta que se nos
ha prometido,
y
por el que su piramos tantos siglos ha.
Pobre , que gemí en la indigencia
y
care tía de todo, bus–
cad
á
Jesucristo, no os separei de él, como lo hacia es–
te pueblo: poned en él vue tra confianza, y él os aliviará:
si juzga que no ha de ser para vuestro bien el sacaros de
vue tra necesidad , estad
eguros que os la hará soportar
con aquella suerte de gozo, que no se conoce bien sino
cuando se experimenta. Como este milagro sensible arre–
bataba
sie~pre
mas
á
aquel pueblo,
y
lo tenia mas atóni–
to,
formaron entre sí la resolucion de coger al Salvador,
y
1 vantarlo por rey; pero conociendo el Señor su designio,
mand6 á sus apóstole que se embarcaran cuanto antes,
y
repasaran la mar: hecho esto, despidió al pueblo ;
y
se
retiró solo á lo mas interior del desierto de Betsáida.
Se pregunta, iPOr qué habiendo hecho el Salvador otros
muchos milagros, no pen aron los judío en hacerlo rey ni
en reconocerlo por Mesías sino despues de e ta milagrosa
multi plicacion de los
panes~
Es la razon, dice san Cri–
sóstomo, porque siendo aquel pueblo tan carnal,
y
estan–
do acostumbrado
á
no representarse al Mesías sino baxo la
idea de un príncipe temporal, baxo cuyo imperio se ima–
ginaban que habían de gozar de todos los placeres de los
sentidos, y de todos los bienes de la tierra, creyeron que
el milagro que acababa de hacer, era como una muestra,
y como el preludio de aquellos grandes bienes de que in–
tentab~
colmarlos;
i
y
qué no debia esperar de. un profeta
que tenia tanta bondad y poder, cuando estuviera reves–
tido de la autoridad
soberana~
Ellos e peraban un Mesías,
que debia reynar sobre todo Israel,
y
alcanzarles una per·
fecta lib rtad; y viéndose juntos tantos millares de hom–
bre , creyeron tal vez, dice san Leon, que Jesucristo
e taria pronto
á
ponerse á su frente luego que supiese su
1·
solucion, y que executaria sus grandes
desig~io
de mo–
narquía
y
de conqui
ta:
tal era la idea de toda la nacion;
y lo mi mos apó toles e tuvieron en e ta preocupacion
ha ta la veni la d 1 Espíri tu santo: entonces empezaron
á