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DE CUARESMA.

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de el temor que rey na es un temor filial. Entre los ver–

daderos hijos

de la Iglesia , no se conoce otra verdadera

servidumb.re

que la del pecado.

.

Está escr

ito, continúa el Após tol, Alégrate, estéril, que

no pares. E stas palabras las tomó san Pablo del profeta

Isaías, de aquel profeta á quien fueron revelados todos los

misterios del Mesías y de la redencion, y que tenia pre–

sente el retrato de la Iglesia, la felicidad de su dichosa

fecundidad, cuya posteridad ha sido mas numerosa: está

mas extendida, es cien veces mas permanente que la de la

sinagoga, su primogénita, que se gloriaba de lo numeroso

de sus hijos, y que á los principios parecía echar en cara

á

la Iglesia su obscuridad y esteriljdad:

Quia rnulti filii

desert ce , magis qumn ejus quce habet virum.

Por lo que

toca á nosotros, hermanos mios, .somos los hijos de la

promesa, figurados por Isaac; no seais tan cobardes, tan in–

sensatos, que renuncieis esta gloriosa prerogativa,

y

os

ha·

gais voluntariamente hijos de Ismael, metiéndoos otra vez

en la esclavitud de que Jesucristo os libró,

y

sujetándoos

por un error imperdonable

á

las ceremonias de la ley.

Pero así como el que habia nacido segun la carne, per–

seguía al que había nacido segun el espíritu • lo mismo

sucede ahora. Así como Ismael perseguía al jóven Isaac,

así tambien hoy los judíos carnales

é

incrédulos per si–

guen

á

los cristianos. Habiendo sido tratado tan mal el

Salvador, no se debia esperar que los discípulos tuviesen

un tratamiento mas favorable:

Si me persecuti sunt, et

vos persequentur.

i

Pero qué dice la Escritura, añade san

Pablo? Echa de casa

á

la esclava

y

á

sµ hijo, pues no de–

be tener parte éste en la herencia. Segun el sentido literal

y

alegórico el Apóstol da

á

entender bastantemente

á

los

gálatas, que deben echar de sí á los verdaderos ismaeles.

que los.persiguen,

y

á los falsos apóstoles que los pe·rvier–

ten. Segun el sentido moral debemos echar de nosotros

tod#1<iq~e

es contrario á nuestra salvacion , somo son las

ocasiones próximas de pecado, y todo lo que puede ser –

nos motivo de caída, sin que en esto haya la menor reser–

va. Debemos asímismo negarnos

á

las sugestiones del amor

propio, y domar nuestras pasiones.

El evangelio de la misa de es'te día contiene, como ya

se ha dicho, la historia de la multiplicacion de los cinco

Tom. I l.

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