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DE CUARESMA.

101

vo tenia este joven para dexar

á

su

padre~

Cotnia delicio–

samente, se hallaba servido de un gran .!)Úmero de dorn:{

~

tices, era querido

y

respetado,

y

vivia en la abundan–

cia,

y

sin cuidados. No ·le faltaba quien saliese al encuen–

tro

á

sus menores necesidades,

y

las atajase ; todo con–

curría

á

hacerlo feliz

y

tranquilo. Fuera de que la esperan–

za de una rica herencia era bastante para poner el colmo

á

la

felicidad y á todos sus deseos; cuando por un capri–

cho insensato renuncia

y

hace cesion de todas estas venta -

jas;

y

mal hallado con una dependencla que hacia toda su

felicidad, dexa la casa de su padre,

y

quiere labrarse por

sí solo su fortuna

y

su suerte. Así obra todos los dias

el

pecador: cansado de ser demasiado dichoso en el servicio

de Dios, se fastidia

y

se enfada de llevar una vida arre–

glada.

Una tranquilidad demasiado larga le disgusta,

y

cree

encontrar en sus desbarros placeres e un nuevo gusto:

abandona la fuente de agua viva para ir

á

sacar el agua

detenida de las cisternas que están llenas de lodo. ¡Qué

tranquilidad mas dulce, qué suerte mas dichosa que la de

un hombre de bien!

Peregre profectus est.

No bien hubo

perdido de vista

á

su padre el hijo Pródigo, cuando se ol–

vidó ·de sus beneficios. Corrió mucho en poco tiempo,

y

se encontró bien

pronto

en una tierra extraña, donde no

habiéndole quedado rastro alguno de religion, de honor

y

de vergüenza que lo contuviese, abandonado

á

sus pa–

siones, quedó hecho infeliz víctima de éllas. Jamás se apar–

ta una persona de Dios; que no se aleje mucho,

y

se preci–

pite mas de lo que se imaginó. El primer paso es siempre

una fune ta caida. Bien pronto

es

arrastrada por el to–

rrente el alma que no permanece a ida

á

esta piedra inmó–

vil. La caída es rápida, el declive es muy pendi en te,

la

inclinacion violenta; lo mismo es dar el primer paso, que

ya

no se anda, ino que se corre

y

se precipita en el abis–

mo. Las person que han id mas devo tas, si llega n

á

pervertir e , dan en los ma enorme exce os, se olvidan de

Dios ,

y

se olvidan de sí mi ma . La fe se apaga, la r azon

e deb il ita,

t'.rni

am n e reyna la pa ion;

¡ y

qué de órde–

nes no - causa la pa ' ion de una a lma que e hace su escla–

va!

' i

una persona religi osa e di sgu ta de . u e tado, si

d mi ente su pro fe ion, si e apart a de D io por una d a

p

r ,-r ular ,

¡

qu de barro , Señor, en pocos días ! La

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