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DE
CUARESMA.
ra príncipe; en todas sus
a~ciones,
en todo su porte afec–
taba ayres
y
ademanes '¡de rey, mientras que estaba atado
como un esclavo; y todas las gentes de juicio, y sus ver–
daderos ami.gos se lastimaban de oír sus extravagancias,
y lloraban su infelicidad. Cuando
la
razon no está cautiva
de la pasion, por poco juicio que se tenga, se condenan
los desórdenes de una vida desreglada. ¿Un espíritu recto
puede hallar gusto en lo que debe causarle horror, y ha–
cerle gemir por toda la eternidad?
¡
Ah, Señor , cuántas
almas volverian de sus desbarros si reflexionaran un poco
sobre las inevitables desdichas que acompañaba n aun en
esta vida al estado del pecador!¿ Y por qué no he de ha –
cer yo estas reflexíones en un tiempo que me pueden ser
provechosas? ¿Por ventura aguarclo á hac_erlas
á
la hora
de la muerte, ó durante toda la eternidad, cuando me se–
rán iniítHes, cuando no servirán sino para aumentar mis
tormentos., mi rabia
y
mi desesperac:ion?
¡
Pero qué efi–
caces son las que hace el Pródigo!
Surgam, et ibo ad pa–
trem.
Estb
es hecho, fuera toda dilacion, no quiero
aguardar á mañana. Se determina
·á
partir para vol ver
á
su padre, y al momento parte. Pro,Y-ectos
~e
reforma,
conversiones determinadas para lo por venir, sois flores
sin frutos, sois un cebo gustoso, que adormece al peca–
dor, y lo pierde:
Ibo ad patrem.
Una verdadera contri–
cion insp.ira siempre una gran confianza. Soy pecador, es
verdad , Dios mio; pero vos sois mi padre: merezco ser
castigado;
os
sobran moti
vos
para perderme; ¿pero os
faltan acaso para salvarme? ¿podreis olvidaros de lo mucho
que os he
costado~
Mirad que soy un hijo que implora
vuestra misericordia; y si
á
pesar de todos mis desórde–
nes no habeis dexado de ser padre, por mas criminal que
yo sea, no es posible dexeis de acordaros que
soy
vues–
tro hijo. Despues de habernos hecho el Salvador el retra –
to del pecador en la persona del hijo Pródigo, nos hace
el suyo en la del padre de este hijo convertido. A
p~nas
el
padre del hijo Pródigo vió desde lejos volverá su .hijo,
cuando corrió
á
abrazarlo, lejos de echarle en cara su in–
gratitud
y
sus desbarros. Es tan- grande el gozo que le
ocasiona su vuelta, que no puede contenerse. Banquete,
festin, regocijo, esto es á lo que se reduce, por decirl o
así, todo el enojo de un padre tan irritado. La liberali -
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