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LUNtS PRfMli.RfO
cimiento,
á
esre examen. 'cua'ndó
1
lós áhgeles vetldrán
á
sacar de entre la multitud confusa de todos los mortales
á
aquellos dichosos predestinados para ponerlos
á
la de–
recha del soberano
J
uéz, mientras que serán puestas á su
izqwierda aquellas 'infeliee víctimáS de la "usticia divina,
para set condénadas
á
los -faegos erernos del infierno, ¡con
qué ojos, con qué corazon, aquel padre, ,aquella madre se
verán sepa.rados para siempre, y con una suerte tan dife–
rente, de sus queridos hijos; aquellos hijos de su amado
padre; aquel esposo de su amada e posa; aquel monarca
da, su vasallo: aquel grande1del mundo, aquel amigo, aquel
paísánó', de aquellos con quienes habían vivido; aquella
person-a religiosa , aquel sacerdote, aquel prelado, de la
gente c:lel pueblo! Si es para ser puestos
á
la derecha, ¡buen
Dios, iqué consuelo el suyo,
qué
gozo, qué triunfo! Pero
si es para ·ser puestos á la izquierdt;t: si es para ser coafun–
didos
y
meztlados con aquella ti;opa ihnumerable de
paganos, tle turcos , de hereges, de facinerosos; ¡
ó
Dios,
qué-·crdél desesperacion, qué suplicio! ¡qué satisfaccion
etnónces la de esas gentes pobres, despreciables, y tan
des·preciadas, la de esas gentes de la· ínfima plebe,
des~cr
nocidas
y
afligidas. perseguidas, si son del número de los
predestinados! .Representándose como las sombras en
la
pintura todás efas ideas de grandeza mundana, de naci–
miento
i~lustre,
<;le empleos grandes, de prosperidades con–
tínuas' entonces la memoria de lo que
caiia ~uno
fué,
'de
lo que ClWi..de lo que va á ser, fatiga
y
desespeta,
y
cuanto
e
mas atllirl'ga esta memoria, tanto está m·as honda
y
constantemente grabada en el alma. Comptende, si pue–
des, el rigor invencible tle este espantoso suplicio; mas
representémonos, si es 'posible, lo que producirá en el al–
ma la sentencia definitiva de aquel ,tremendo juicio. Con–
cluido el examen, hecha la separacion, y haciéndose
ca~
da
~no·just:icia
sobre el numero
y
la g,tavedad de sus
pe–
cad0s,s1fl.
rayo de
esperan~a
aun
la
mas remota dé
mi–
sericordia, por haberse ya pasado el tiempo; el soberano
Ju.ez,rodeado de resplandores, lleno de magestad, pro–
nunciará esta terrible sentencia, cuya execucion debe du–
rár
lantó 'como
el
mismo Dios.
.
ApaNáos tie
1ml,
malditos,
id
at fuego
eterno~
Un Dios
es
quien arroja
á
los réprobos
die-su
preseacia,
iY
adónde podré
y,9
ir ,
exélamaba
~l
Pro·