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I
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SEXTO DOMlNGO
ficaci on de ángeles, la de todas las potestades de la tierra,
y
principalmente los jueces
y
los reyes. Todas las potes–
tades de la tierra,
y
cualquiera que en la tierra exerce algu–
na autoridad sobre los otros hombres: cualquiera que lle–
va un carácter de grandeza, de independencia, de supe–
rioridad, venga
á
rendir homenage al supremo Monarca
de los mona reas , al supremo Juez de los
rp
ismos jueces:
segun el caldéo, los ángeles , los grandes de la tierra
y
to–
dos los adoradores de los ídolos vengan
á
adorar al Señor
único
y
solo verdadero Dios.
La epístola de la misa es del capítulo primero de la
primera de san Pablo á los tesalonicenses. Habiéndose vis–
to precisado el santo Apóstol
á
salir de Filipo<; despues de·
haber sido azotado ·públicamente
y
sufri do una penosa pri–
.sion , pasa
á
Tesalónica, ciudad de Macedonja, donde los
judíos tenían una sinagoga . Acudió
á
élla ;-· ' ·. blo, como
tenia de costumbre, por espacio de tres sábados; les hizo
algunas pláticas sacadas de la Escritura, declarándoles,
y
haciéndoles comprender que babia convenido que Cristo
pa ·. :..
~e
y
resucitase. Este Jesu cristo,
le~
decía, es .el ver–
da
~ ro ~esías
que yo os anuncio. Un gran número de ju–
díos
y
aun mas de géntiles creyeron,
y
se juntaron
á
Pá–
blo y
á
Sílas, su discípulo
y
compañero; pero el santo
Apóstol se vió bien presto precisado
.á
dexar la ciudad por
la malicia
y
envidia de los judíos, que le acusaron de albo–
rot~dor
'el pueblo,
y
de que predicaba un nuevo rey ,
1
di–
ciendo .
1
ue este rey era Jesucristo. De Tesalónica se fué
el A ' ·. ol con Sílas á Beréa, donde predicó, é hi zo mu–
chas conven:iones; pero siendo informados de ello los ju–
díos de Tesalónica, fuéron ·allá para echarlos fuera de la
ciudad, baxo los mismos pretextos de que se habían valido
en Tesalónica. Los fieles conduxeron
á
san Pablo hasta el
mar, donde se embarcó para Aténas. Sílas
y
Timoteo se
quedaron en Beréa para confirmar la nueva iglesia que
acababa de fundarse. De Aténas pasó san Pablo
á
Corin–
to, siempre solícito
y
sin poder sosegar sobre
~l
estado de
los nuevos fi eles que habia dexado én Macedonia. Cuand0
Sílas
y
Timoteo llegaron, le llenaron de gozo
y
de consue–
lo, asegurándole de la perseverancia
y
del fervor de los
fieles de Tesalónica
y
de toda la provincia. Le contaron
que perseveraban constantemente
en.lafe
y
en la caridad