Table of Contents Table of Contents
Previous Page  146 / 396 Next Page
Information
Show Menu
Previous Page 146 / 396 Next Page
Page Background

132

QUINTO DOMINGO

favori to de su Maestro. Este es mi mandamiento, dice el

Salvador, que os ameis mútuamentc, como" yo os amé:

Hoc est prceceptum

meum~

iCosa extraña! el Salvador no

nos da leccion mas

f~ecucnte

que la de · amarnos únos

á

ótros;

y ninguna

cosa hay mas rara en el dia de hoy en–

tre los

cristian.os

que est.e amor. Los primerps fieles, ani–

mados

del

e~píritu

de Jesucristo,. no tenían todos sino un

cqrazon y una al!!la:

Cor unum,

et

anima una.

La caridad

mútua hacia_su ca¡á.cter;

y

la misma virtud ha caracte–

rizado siempre

á

todos los santos.

l,Se

i:ecooocen el dia de

hoy todos los cristianos por esta insignia?

l

están todos

marcados con este sello?

¡Ah!

se puede

deci~

que la cari–

dad es una virtud envejecida: ya casi no resta entre los

fieles sino la Óbligacion de amarse

ÚAQS

á ótros. La ambi–

cion, el interes, la.envidiada han desteu8R«t, al parecer,

de la socie.dad civ i1 ;

i

pero

á

lo menosrfaÜa acogida ert

las familias, en las comunidades mas regulares? Este lazo

sagrado ha venido

á

quedar bien fioxo: parece que todas

la

a~iones

se van conspirando contra esta virtud. Las

ge

·L

..:~1

mundo parece que la han proscripto de su eo–

mercio; es esdava en las córte.s de los príncipes; en el

~o­

mercio de la vida

no

hay sino una caridad artificial; el

pueblo no la conoce; casi en todas partes es peregriina

y

extrangera; no se tiene caridad sino consigo mismo. El

amor propio ha ocupado el lugar de la caridad cristiana;

y

si to0.avía halla abrigo en algunas personas devotas, no

reynaJ:jn éllas sino en la obscuridad. La caridad sigue siem·

pre la suert.e, y por decirlo así, la fortuna del espíritu de

Dios

y

del evangelio: no se debilita jamas éste, sin que

aquélla se entibie: ésta se acaba de todo punto 111ego que

. aquél se apaga. De aquí nace esa indolencia que se advier–

te en casi todos sobre los males agenos: de aquí esa frial–

dad, esa indiferencia esparcida sobre toda

la.

haz

de

Ja

tierra. Parece que los l;iereges tienen celo para con sus

hermanos; mas este celo es una caridad de partido: por

tanto, ¡qué ódio, qué avérsion.

á

todos los hijos de la Igle–

sia! Siempre es alguna pasion quien los une;.

y

este lazo

solo subsiste el tiempo que la pasion vive.